La doctora Müller se equivocó al pensar que desligándose, en el discurso, del mote de «Primera Dama de la Nación» se libraría de la carga Política de esto, y no es así.
Renuncia al título pero lo ejerce, en tanto que su peso público hace discurso y agenda política; el 1 de julio reciente dejó de lado su lejanía discursiva de la política (cosa que hace seguido) con un tweet, celebrando el triunfo electoral de AMLO y a los «verdaderos guardianes de la democracia», fue una tentación que la dejó de nuevo inmersa en la polémica que busca y no busca .
Un usuario (bien intencionado o no), con lenguaje respetuoso (ahí están los hechos), preguntó sobre la atención de niños afectados por cáncer, peregrinar que varios pacientes crónicos hemos padecido desde hace 8 meses, mes con mes, para que se «autorice» si bien nos va, muy a destiempo la compra de algún insumo.
La doctora cayó en la trampa dónde ella misma se metió; con un aire de altanería, de quién le gusta celebrar el poder pero que no se lo cuestionen, contestó con un cortante «no soy médico, si usted lo es, apóyelos», palabras más o menos.
La insensible respuesta no dejó esperar la visceralidad del adversario, descomponiendo el pobre debate público al que estamos acostumbrados los mexicanos, que pasa por lo menos en discusiones que entran al terreno de los descalificativos y los insultos.
Y voy a lo personal procurando mantener el nivel de la opinión; me parece lo más ingenuo o perverso (espero que sea lo primero), que la doctora asuma que, con una declaración de renuncia a un mote, se inmuniza al juego político, pues lo juega deseando la zalamería del simpatizante y enojándose o victimizándose con la respuesta del opositor.
Si la doctora quiere disfrutar de la paz de su papel de «no primera dama», bien haría en seguir el ejemplo de otra doctora, María Esther Zuno, esposa de Luis Echeverría, que supo mantenerse al margen y con un perfil discreto de las mieles del poder. Al fin los estilos y formas son muy parecidos en las formas de hacer política de entonces y de ahora.
Las que le faltan.