“Revolución es que te pueda besar
en cualquier lado sin sentir la vergüenza”
Sudor Marika
Este escrito es difícil de redactar porque habla sobre algo que vivimos la mayoría o, mejor dicho, todos los que pertenecemos a la comunidad LGBBTTTIQ+. ¿De verdad es necesario “salir del closet”? Primero tenemos que definir qué es estar dentro del closet y en qué consiste. Se puede explicar como un lugar dónde la característica vital es que no se nos note como personas diferentes a los demás, que no exista la diversidad, ni la expresión. Y aquí se tiene que poner énfasis en el hecho de que existen conductas, personalidades o formas de pensar que pueden ser socialmente aceptadas. El problema viene cuando ese tipo de conductas no son todas las que existen, no hay ningún modelo a seguir para ser menos gay o menos lesbiana, ya ni hablar de las otras preferencias u orientaciones. En fin, es como un “tú puedes ser lesbiana pero machorra no” o un “no me importa que seas gay, pero que no se te note lo loca”.
Para mí hay dos closets: uno es el de la preferencia sexual y el otro es el de la identidad de género. Salir del closet representa un compromiso con nosotros mismos y la felicidad porque es uno de los actos más grandes de amor propio. Se ha normalizado una actitud de mayor apertura hacia la sexualidad y sus distintas expresiones en la actualidad, pero esto no implica que el proceso sea más sencillo. La realidad es que nunca terminamos de salir completamente porque siempre existe este miedo a ser rechazados, a ser violentados, discriminados o, en casos más extremos de homofobia, puede llegar hasta un crimen de odio.
Como mujer lesbiana el salir del closet ha sido lo mejor que pude haber hecho, pero, eso no significa que no haya sido uno de los caminos más largos y complicados por los que he pasado. Las personas que formamos parte de la comunidad no tenemos la misma infancia, pubertad, adolescencia y, mucho menos, una etapa adulta dentro de “la normalidad”. Lo que quiere decir que no pasamos por los procesos de la misma forma que los demás. Estos procesos van desde el primer enamoramiento hasta querer presentar una pareja a tu familia. Algunos otros pueden ser tener relaciones a escondidas, el no poder llegar a tu casa a llorar con tu familia con el primer corazón roto, el aguantar comentarios heteronormados como: ¿Y pa’ cuándo el novio? ¡Todas tus amigas ya tienen novio, no es posible que no hayas conocido a nadie que te guste! La lista de comentarios así puede alargarse y alargarse.
Con el título de este escrito quiero expresar como nos sentimos vulnerables y pequeños. Muchas veces existe un deseo de ser “normales” por todos los miedos y prejuicios que tenemos de las relaciones entre personas del mismo sexo o género. Estos prejuicios van desde pensar que somos personas promiscuas, informales o que todos se contagian de ETS. La realidad es que ninguna de esas cosas tiene que ver con ser homosexual o heterosexual.
La sexualidad de las personas no debería ser un tema de conversación. Imagina si le cuestionaras a una persona que acabas de conocer cuál es su pizza favorita y de esa respuesta dependiera la forma de tratarla. Por eso, con todos los cambios que estamos viviendo como sociedad me parece importante dar este espacio de visibilidad y respeto que por años nos han quitado junto con nuestros derechos.
Entendemos que para los padres puede ser díficil que su hije se identifique como parte de la comunidad LGBTTTIQ+, pero para nosotros también es un gran proceso desde el momento en que lo aceptamos. Además, al aceptarlo estamos enfrentando todo un mundo lleno de prejuicios y violencia, pero al mismo tiempo estamos eligiendo ser felices y en plenitud, eso es lo que realmente importa.
La pregunta es: ¿realmente debemos salir del closet? Quizás el problema es que cuando nace un niño o una niña se da por hecho que va a ser heterosexual y que su identidad de género va a corresponder con sus genitales. Suponemos que va a seguir las normas, estereotipos y roles de género marcados por la sociedad. Por favor, seamos la primera generación de padres que no mete a sus hijes al closet.