Este libro es una historia de iniciación de esos que llegan en el momento y lugar adecuados y que te hacen adquirir un nuevo gusto que te durará quizá para toda la vida, la lectura.
Mi historia comienza cuando recibí un libro usado casi deshaciéndose que se llamaba Demian escrito por un tal Herman Hesse que hasta ese momento no tenía idea de quien era esa persona, ese momento concuerda con mi juventud temprana ese en el que aún te sientes incomprendido y además sientes que eres único en el mundo (error común). Al final el libro me gustó lo suficiente como para ir a una librería y buscar otros de Herman Hesse, los encontré y elegí llevarme el lobo estepario (quizá porque tenía un lobo en el título además de que era un libro barato).
El libro trata sobre la crisis de los cuarenta (o algo así) el protagonista está en sus cuarenta y por supuesto en una crisis, es una persona que se siente incomprendida por en el mundo, que no forma parte de él y sobre todo es sumamente racional por lo que al sentirse no encajar entra en una depresión en la cual planea suicidarse como una salida.
A lo largo de la historia el personaje va descubriendo (con ayuda de otros) que dentro de sí existe un ente menos racional que también forma parte de él que es representado como un lobo que refleja esas partes humanas menos racionales como en este caso son la música, el baile y los placeres cotidianos de las personas. Como es natural empieza una lucha interna entre el lobo y el humano por saber el lugar que debe de tomar cada uno de ellos, al final con varias vivencias y ejercicios de introspección termina dando algo de sentido a su vida (léanlo no les voy a decir cuál es ese final).
Como es notable esta crisis del señor cuarentón planteada en la novela es similar a la que vive un joven promedio, por lo que en el transcurso y final de la lectura fue una sensación extraña, en ese momento sentí que ese libro estaba escrito para ayudarme a mí, que fue creado para que yo lo leyera por lo que mi reacción al terminar de leer fue querer comunicarme con el autor y darle las gracias (un poco iluso de mi parte), tome mi dinero y fui al ciber café a investigar un poco del autor esperando conseguir un correo electrónico o algo con que comunicarme, descubrí en mi pequeña investigación que Herman era alemán, que había ganado el premio nobel y además que estaba muerto ya hace bastantes años.
Esta última parte, la de saberlo muerto fue un poco decepcionante pero me llevo a otra reflexión, yo era un joven en un continente diferente al del autor, en un país que quizá él no tuvo mayor noción por lo menos su cultura, en una ciudad la cual probablemente nunca escucho mencionar y en una etapa muy diferente a la suya, y sin embargo había disfrutado, entendido y admirado lo que alguna vez creó, fue ahí cuando entendí el poder de los libros y la lectura.