El protagonismo de los vestidos blancos Rebeca Lsp

ClaudiaReyes/ArchivofotoFIC2019

Tuvimos que esperara hasta el último fin de semana del Cervantino para poder disfrutar de los ansiados espectáculos teatrales al aire libre en Los Pastitos. Hace años, quienes organizaban el festival se dieron cuenta de que era el lugar idóneo para esta clase de eventos, los más excéntricos siempre dadas las condiciones específicas del espacio: amplitud, al aire libre, en zona céntrica y con colinas donde los espectadores pueden sentarse, además de las casas vecinas (en una colina del otro lado) desde donde otros más pueden asomarse y disfrutar la función. Los eventos más asiduos son aquellos que incluyen danzas aéreas o grandes estructuras luminosas.  

Las lluvias habían estado acechando la ciudad, ahuyentando a los indecisos y, por qué no, en días anteriores limpiando las calles y callejones del característico aroma a fiesta patrocinado por los borrachos que no consiguen dar con un baño. Los valientes que no le temen al agua desfilaban en pequeños grupos rumbo al evento, por lo general cargando provisiones etílicas o alimentos, algunos otros ya se encuentraban posicionados en las zonas con mejor vista o permanecían de pie cerca del pequeño escenario. En el centro de la explanada se vislumbra una grúa industrial, que promete maniobras aéreas por parte de los artistas y detona la curiosidad de los más pequeños.

Diez minutos antes del horario programado, quizás temiéndole un poco a las condiciones climáticas, la función arranca con una angelical danza aérea a manos de una delicada chica enfundada en un blanco vestido ampón, quien, al ritmo de la música, va soltando papelitos metálicos que generan la impresión de polvos de hadas, y tiene sentido dado que, de hecho, el nombre del espectáculo es Garden of angels o, en español, El jardín de los ángeles, a cargo de la compañía Theater Tol, oriunda de Bélgica. 

Debe decirse que el espectáculo dura poco, muy poco, pero el repaso que hace de algunas de las pistas musicales más entrañables de la memoria colectiva es tan cálido como memorable. Con vestidos lumínicos danzando sin cuerpo sobre la multitud, personajes carnavalescos también se mueven en simuladas bicicletas y, sobre todo, las chicas que danzan en el aire llevan trajes semejantes a campanas, de cuales se desprenden toda clase de cosas fantásticas, como brillantina, plumas, espuma, globos…  

Esta compañía belga se caracteriza por recurrir a toda clase de recursos para generar su narrativa esquivando la palabra, ya sea danza, mímica o música y, en el caso de este espectáculo, les funciona muy bien. Lo que ahora se cuenta es una historia de amor, en específico una boda, por ello tanto vestido; más allá de contar alguna eventualidad o circunstancia, se expone de forma poética e hiperbólica todo lo simbólico sobre los rituales de unión entre dos seres que se aman, hasta el grado de parecer que los novios se comen uno al otro.  

La función termina a los cuarenta minutos, recordándonos que no siempre es necesario buscarle palabras a las cosas, sobre todo sin son tan sublimes; a veces podemos permitirnos sólo sentir y deleitarnos con las explosiones de emoción que se generan, pues, como en esta obra, todo puede ser muy breve y terminar mucho antes de que logremos comprenderlo.

Theater Tol
El jardín de los ángeles
24, 25 y 26 de octubre de 2019
Los Pastitos

Fotografía: cortesía FIC

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