¿Te ha pasado alguna vez, conocer a una persona con la que te sientes en plenitud, con la que encajas tan bien y despierta tantas emociones en tí, que quieres ir mas allá de la amistad? ¿Te ha pasado que esa persona acepta estar contigo como pareja, pero de un momento a otro pareciera que jamás tiene tiempo para ustedes?
Pues bien, como seres sensibles llegamos a pensar que ese distanciamiento se debe a que, o hay alguien más o en algo estás fallando ¿No lo crees?
Pero vale analizar las causas de dicho alejamiento para entender de qué se trata.
Los motivos se encierran en dos, aunque pueden derivarse más.
El primero: realmente no le interesas demasiado.
El segundo y más profundo: se encuentra emocionalmente indispuesto.
En ambos casos existe una sensación amarga, de derrota, pero es más fácil asimilar el primero, puesto que te dará las señales suficientes, indirectas, pero claras, de que el interés ya pasó.
En la segunda cuestión es donde encontramos un verdadero conflicto que puede desencadenar repercusiones graves en ambas partes.
¿Por qué ocurre esto?
Una persona emocionalmente indispuesta no es aquella que no quiere una relación, es aquella que, pese a desearlo desde lo más íntimo de su sentimiento, se descubre incapáz de sostenerse dentro de una, como tal.
Podemos compararlo con estar a dieta:
Muchos individuos tienen antojos de aquello que se les ha prohibido o restringido su consumo, pero como buenos tramposos, encontramos la manera de satisfacer la necesidad de cubrir dicho antojo con pequeñas porciones, suficientes para dejar por un momento satisfechos nuestros deseos. Sin embargo, llega la culpa y entonces nos apegamos a la dieta, al bajo consumo y nos limitamos a volver a probar, en contadas ocasiones, aquello que tanto nos gusta.
Aclaremos algo, no es que el amor les haga daño.
La etapa de indisposición se presenta a partir de los 23 años de edad aproximadamente, y hay que mencionar que mientras más edad, más indisposición habrá.
¿Por qué en esta edad?
Pues bien, la mayoría de personas alcanzan madurez e independencia, algunos con sus carreras terminadas, otros con trabajos estables, pero es cierto que todos con proyectos personales, digamos necesarios, que nos mantienen ocupados (por no decir secuestrados).
Si un adulto a partir de este rango de edad no logró formalizar una relación para el cuarto de siglo, si en el camino fue víctima de amores fallidos, decepciones, violencia y cualquier índice de 'relación tóxica', es natural que sentirá miedo de volverlo a intentar.
Sí, puede que de momento accedan, (porque realmente lo quieren), pero se encuentran incapaces de ir más allá, de comprometerse, precisamente por el temor de fallar o que les fallen.
Entonces ¿Cómo actuará un indispuesto emocional?
Tal vez te suene familiar alguna de las siguientes frases:
"Me surgió trabajo y no llegaré" "Tengo el día saturado", "Ya se hizo muy tarde y no podré", "Me surgió un imprevisto familiar"…
En otras palabras, siempre ocurre alguna excusa por la cual no pueden verse, o se ven limitados en tiempo, sus encuentros son muy breves y espaciados, todas ellas, por cuestiones laborales, familiares, o cualquier aspecto de su vida personal.
El problema radica en que, pese a la falta de reuniones, de detalles o mensajes, se aseguran de hacerte saber que te quieren, que quieren estar contigo, su argumento será ''te quiero pero no tengo mucho tiempo".
¿Ya vas 'agarrando el hilo'?
Resumiendo, un emocionalmente indispuesto, aunque quiera, no puede abrirse a una relación afectiva de pareja, poniendo como principal excusa el atravesar una etapa de su vida en la que tiene demasiadas metas como para descuidar.
¿Qué efectos tiene en la otra parte?
Sencillo: desequilibrio emocional y sentimental.
Al vivir en constante incertidumbre, en un 'estira y afloja,' por parte de la pareja, es inevitable que, quien sí está comprometido, comience a sentir frustración, sentirá ser insuficiente, bajará su autoestima e incluso hay casos en los que cae directo a una depresión. Con ello aparecen los celos, los reclamos, los caprichos y berrinches, los reproches, todo lo propio de la inseguridad emocional.
Puede decirse que sufre más la parte dispuesta por todos los motivos anteriores, porque se encontrará incapáz de entender por qué dicen quererle pero en acciones demuestran lo contrario.
Por su lado, quien está indispuesto sentirá una culpa enorme, se sabrá el malo al ver a su pareja en dicho estado, igual se sentirá frustrado porque quiere estar con la persona, mas sus ocupaciones lo dejan de lado, y es que realmente no puede dejarlas, son su escudo, su gran distractor, su escape ante el dolor.
Si te encuentras ante esta situación, entiendo que sea difícil, tantas dudas abordando tu mente, pero debes saber que no es tu culpa, aquí no debemos buscar al villano de la película, comprendamos que la persona indispuesta se encuentra dañada, por eso su incapacidad de apertura y de entregarse. Tristemente es mejor dejarla ir, por el bien de ambos, hay criaturas que solo pueden admirarse en libertad y amarlas como tal.
Y si tú eres quien no tiene la disponibilidad, no lo pienses más, aunque sientas gran afecto por la otra persona, aclárale tu situación, sea por miedo o por verdadera indisposición, pero si es por cuestiones personales afectivas y psicológicas, por favor atiéndete, acude con un profesional, busca sanar esa herida para que puedas volver a amar.
La sanación es un proceso prolongado, no busquemos forzar ninguna relación, cuando ambas partes tienen claros los motivos para estar juntos, las ganas y no hay ningún conflicto interno, todo fluye como agua en río.
