En alusión a mi tristeza te escribo por Ann Márquez

Probablemente en estos momentos la vida te está doliendo bastante. No sabes por dónde comenzar a arreglar la maraña de cosas que tienes encima y que por cierto, te están causando un sufrimiento inexplicable del que estás segura, ni los grandes psicólogos ni especialistas de la mente han de saber cómo arreglarte.

Sé de todas aquellas ocasiones en las que te asustas de ti misma por la cantidad de pensamientos catárticos que te vienen en menos de un minuto, las ansias de correr y alejarte del mundo, de saltar de un precipicio, de dormir plácidamente mientras el silencio te hace compañía en sueños.

Hoy existe una irracional tristeza en ti y seguramente es bueno hablar al respecto.

No quisiera utilizar las siguientes palabras en plan de romantizar tu abatimiento, pues creo que hoy en día ese ha sido el problema de muchas personas; mitigar sus sentimientos y catalogarlos “usuales”, pues, a fin de cuentas, la tristeza es un sentimiento normal.

Pero, ¿hasta cuánta tristeza seguiremos diciendo que es normal?

En tu cabeza no solo ronda la ansiedad del futuro -me temo-, ni el nerviosismo de encontrarte sola en un lugar repleto de gente desconocida, sino que, en otras circunstancias, puede que sea un corazón roto, la nostalgia de lo sucedido o el reacomodo de las emociones lo que te está causando ese arrebato.

Y es que, hace tiempo que ya no estás del todo, como si de un momento a otro te hubieses ido de ti misma.

En múltiples ocasiones te he encontrado perdida entre tu lista de reproducción, buscando la letra y melodía perfecta que combinen contigo.

Repasas la playlist que una vez hiciste precisamente para momentos como este y te concentras en escuchar Jealous de Josh Daniels, pero captas que no es lo suficientemente triste para tu corazón, entonces optas por escuchar Atlantis de Seafret porque al menos así sabes que lo recordarás un poco mientras cantas “I can´t save us, my Atlantis”.

Y eso es suficientemente triste para cualquiera.

Entonces, llegas a la conclusión de lo que quieres, y lo que quieres es romperte, pues al menos así tendrías la oportunidad de reacomodar de nuevo tus piezas para ver si de esa forma sí funcionas.

“Comenzar de 0 está bien” dices; pero acaso, ¿no te has preguntado qué se siente una vida sin tantos reinicios?

Deja de buscar la manera de parar al mundo solo por querer comprender lo que pasa a tu alrededor, pues en ocasiones hay que aceptar que los días no sanan, a veces solo pasan.

Y creo que es a ti a quien le toca hacerse las suturas. 

 

 

 

Soy Andrea, a veces Ann, a veces Ana. Tengo 19 años y cargo conmigo a todos lados un diario, por si se me ocurre pensar que es posible nombrar por flores a los días de la semana. Estudio la carrera de Comunicación e Información en la ciudad de Aguascalientes, me gusta la música, pasear de noche e ir a bares. La literatura inglesa, las adaptaciones cinematográficas y las tardes cálidas.

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