Entusiasmo por Gabriel Reyes Reyes

Dios escupe en la cara del que llora

para enjuagar las cuencas donde vierte

el amargo milagro un ángel fuerte

que en la garganta tibia se me atora.

 

Mas se licúa la mirada, dora

a la corva mejilla, al labio inerte

y se diluye hasta el sabor que advierte

su grumosa impresión y rememora.

 

Por un instante los bebidos ojos

se pasman frente a la creatura interna

quien les suplica una visión externa.

 

Lo humano, lo divino, sus despojos,

en el ser introducen los abrojos

y cielo halo de mi Dios la pierna.

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