Nadie nos preparó para enterrar a los 90.
Patricia Montoto, en Twitter
Tienes que recordar ese video musical que viste en los años 90 en la MTV de la madrugada; tan diferente a la diurna porque era como entrar a 'La Dimensión Desconocida' de Rod Serling: música anómala y videos asquerosos. Aquél video tenía por título “Smack My Bitch Up” (“Golpea a mi Perra”), la banda era 'The Prodigy', y la dirección corría a cargo de un sueco loco (Jonas Åkerlund), poseedor de una de las mentes más retorcidazas, oscuras y podridas de finales del Siglo XX, a quien recordamos por filmar videos musicales tan zafados como el 'Corruption' de Iggy Pop (1999), el 'Whiskey In The Jar' de Metallica (1999), el 'Gets Me Through' de Ozzy Ousbourne (2001) y el 'Good Boys' de Blondie (2003), entre otros. Además, de rodar las películas que más daño (o beneficio) le hicieron a nuestra sociedad: 'Spun' (2002), 'Small Apartments' (2012) y 'Lord of Chaos' (2018). En “Smack My Bitch Up” (track incluido en el tercer álbum de 'The Prodigy', 'The Fat of the Land'), podías ver la insólita crónica de un debraye. Video en primera persona (a lo 'Doom') sobre un atascadero de alcohol y cocaína, con uno de los finales menos inesperados en la era de Kelly Kapowski, pues nuestro desfachatado protagonista se trataba de una mujer… O quizá sea sólo una alucinación de la primera persona, por el excesivo consumo de drogas. No sé, pero si yo muriera ahora mismo, y me dejaran ver por ultima vez un video musical, pediría que me pusieran “Smack My Bitch Up” en loop y con pinzas en los ojos, para no parpadear. “Sube mi ritmo, azota a mi perra”, sería mi obituario.
Tienes que recordar también, la primera vez que viste a ese hombre. ¿Qué me dices?, no tienes por qué hacer tanto esfuerzo, la primera impresión es la que cuenta. ¿Qué sentiste?, ¿se te heló o se te enardeció la sangre?, ¿se te paró el falo?, ¿te mojaste la entrepierna?, ¿entraste en una especie de orgasmo espontáneo?, ¿te aterrorizaste?
En la década de los 80, un grupo de jóvenes británicos participa del movimiento Acid House en la isla de Ibiza (España), exportándolo a Reino Unido. Comienzan entonces a organizarse fiestas de música electrónica que, ante la dimensión adquirida y su vinculación al consumo de 3-4 metilendioximetanfetamina (MDMA), son perseguidas y prohibidas. Ello hace que se trasladen a la clandestinidad, surgiendo así las raves a finales de los 80. Deberías recordar este hecho, y deberías además, recordar al tipo del que te hablo, aquél joven prorrumpido de este “fenómeno global”, expandido desde esa época a distintos continentes y países, incluyendo México. ¿Recuerdas a ese hombre?: KEITH FLINT. El cabello verde a lo Krusty el Payaso, la mollera calva y los costados afilados, en cresta, completamente punks, como larguísimas agujas verdes apuntando hacia el cenit; bajo los ojos, delineando las ojeras, un rimel oscuro, negro como la turmalina, casi un vampiro; piercings por todos lados: orejas, nariz y lengua; tatuajes al por mayor, en venta, resaltando más el del vientre, una palabra: “Inflected” (Inflingido), su tatuaje más doloroso, al que Flint se refirió como si estuviera en un altar siendo marcado de manera brutal por una bestia satánica; muecas de asco, contorsiones de película de terror, de la peor vasca emergida por el tracto del Demonio, así el semblante. ¿Recuerdas cuando lo viste por primera vez?, ¿dime si no entraste en combustión espontánea?, porque el mundo entero lo hizo.
Ahora: ¿recuerdas la primera vez que bailaste a 'The Prodigy' en una rave?, ¿la primera vez que el Dj en turno mezcló “Smack My Bitch Up”?, ¿la primera vez que tronó la tacha en tu cabeza y te sentiste el o la protagonista del video?, ¿la primera vez que te perdiste?, ¿la primera vez que te vomitaste a ti mismo?
Las raves eran, en su origen, de naturaleza underground o alternativa, con un marcado componente subcultural. Surgen como un movimiento al margen de lo establecido y en cierta manera reivindicativo y contracultural, caracterizado por el hedonismo, la libertad y la colectividad. La presión legal-policial y las implicaciones económicas de estas fiestas para promotores y organizadores favorecieron que, con el paso del tiempo, parte del movimiento se integrara en los circuitos comerciales de ocio. Ese era el circuito de Flint, la era de la pastilla, las fiestas clandestinas en los bosques, que estallaron como papel en la lengua por toda Inglaterra, el mortero donde se molió el comprimido del que surgió 'The Prodigy'.
Keith Flint ingresó a la banda en un principio como bailarín, de ahí, pasó a ser el vocalista y letrista principal. Ya acarreaba fantasmas con la droga, muchos muertos: cocaína, alcohol, marihuana y demás mejunjes sintéticos; un cementerio que decidió instaurar en las campiñas de Essex para desintoxicarse. Se mudó ahí tras la grabación del quinto disco ('Invaders Must Die', 2015), y permaneció en ese lugar hasta el 3 de marzo de este año, dialogando con sus perros, viviendo el sueño del Hombre Marlboro en una aburrida pero segura vida rural. Compró caballos (de verdad, no chute), llegó a montar algunos (equinos y otras cosas) y fue dueño de un Pub con más de cien años de karma etílico. Justo cuando comenzaban las grabaciones del sexto de 'The Prodigy' (The Day Is My Enemy) Flint comienza también a trabajar en el disco a partir del título, de la mejor manera, desde La Praxis. El día era su enemigo, estaba convencido de ello y había que derribarlo por completo, con toda frialdad e indiferencia: no volver a verle la cara nunca… Y sólo la oscuridad. No habría una jornada más en el largo Día de la Marmota en Essex para Keith Flint.
Y así, como toda vida y toda fiesta terminan con el día, las fiestas clandestinas y el underground fallecieron también. Las raves se incorporan ahora a las pasarelas de moda y el subsuelo se gentrifica. La contracultura como la conocimos fue una encarnación pasajera, una filosofía romántica en desuso, convertida en etiqueta para pantalones Calvin Klein. Las mentes maestras de los años 90 yacen en lo profundo, regresaron al lugar de donde surgieron, están bajo tus ruedas, bajo mis ruedas (en referencia al track “You'll Be Under My Wheels” del álbum 'Always Outnumbered, Never Outgunned'), en silencio. Son raíces de mala hierba que escrutan la mierda a través de las tuberías, y aunque alguna logra a veces fragmentar la cañería, no volverá a ver la luz nunca. El underground es un árbol marchito al que aún no han talado, porque sus ramas resultan estéticas en la avenida de la Gran Ciudad.
¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una rave?, ¿cuándo fue la última vez que saliste de casa?, ¿cuándo fue la última vez que viste a Keith Flint en las noticias?, ¿cuándo fue la última vez que te viste las manos?, ¿Cuándo fue la última vez que recordaste estar muerto?