instrucciones para perrear. mario frausto grande

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en primer lugar, la música es el fundamento principal, nada de reggaetón lento de esos que no se bailan hace tiempo, sino del nuevo, del rápido, del sucio, del que ha abandonado el pudor y sus modales de iglesia en los viernes de cuaresma. hay que comenzar a imaginar los movimientos bajo el influjo de letras que activen la motricidad, no es necesario tener compañía, siempre hay que recordar aquella máxima individualista y posmoderna: Yo perreo sola o, en todo caso, si se cuenta con acompañante (u acompañantes) no hay que olvidar la otra regla de oro en el siglo XXI: Y si con otro pasas el rato, vamo a ser feliz, vamo a ser feliz, felices los cuatro. en segundo lugar, hay que comenzar a aplastar la gravedad, a triturarla, a hacer de las piernas y el contoneo del culo un martillo que, al principio, comienza con repiqueteos lentos hasta que, poco a poco, se van convirtiendo en golpes constantes que van desmoronando el muro de las leyes de newton y todos sus postulados. en tercer lugar, hay que empezar con los descensos, el primero deberá ser apenas breve, las piernas levemente flexionadas, esto sigue con la destrucción de la gravedad, para luego convertirse en una flexión cada vez más pronunciada, cuya finalidad es que las nalgas casi besen el silencio polvoso del suelo. así el ritual se repite durante toda la noche hasta que las rodillas no puedan más o hasta que, eventualmente, se desentierre un mamut o algún fósil desconocido que ha sido salvado gracias a los meneos ininterrumpidos, siga, prosiga y si piensa en parar siempre recuerde: salgo acicalá’ de pie’ a tope, porque puede ser que con el culo mío te tope’, tope.

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