A mamá.
Beatriz subió al camión con un poco de prisa y malhumorada por tanta gente a su alrededor… Pagó su boleto con la famosa tarjeta feria y se agarró fuerte de los respaldos de los asientos de la ruta 323… 7:15 de la mañana y el chofer encendió el radio para escuchar los comentarios de la estación RG “La Deportiva”… Nuevamente el Cruz Azul dejó mucho qué desear… A pesar de su victoria ante “El Galaxy” parece ser que esto no es suficiente… Beatriz pasó de estar malhumorada a enojada, su equipo llevaba más de quince años sin levantar la copa “que vale” no las de las ligas chiquitas como la MX… Trató de tranquilizarse y pensar en esos días donde el Cruz salía por la puerta grande, “El gato” paraba todas, el equipo ganaba copas largas y sobre todo podía compartir el triunfo con sus primos y hermanos… Allá en Ciudad Victoria… Pareciera que al llegar a Monterrey sus hermanos dejaron a un lado la complicidad juvenil y muy pocas veces se habla de su equipo… O por lo menos con ella no lo hacen… Sus primos, regados por la República sufren esta racha perdedora escondidos o con el pecho bien en alto… Sin ella.
Al bajarse del camión Beatriz fue la comidilla de sus compañeros de trabajo; “Cámbiese de equipo”, “Mejor vea béisbol”, “Debería irle al América para que ya no pierda”… Ahora sus sentimientos eran de absoluta tristeza… A un equipo se le va hasta el final… Ser chaquetera no era una opción para ella, si tenía que aguantar las burlas y los fracasos de su equipo, ¡así sería! Sonrió a sus compañeros y siguió trabajando. Por la tarde, en la parada del camión Beatriz sintió hambre y al ver a varios jóvenes con la playera de los Tigres sintió nostalgia, pues Monterrey se divide en dos equipos y no hay lugar para otro en las reuniones de los fines de semana más que para Tigres y Rayados. A lo lejos vio el camión, nuevamente tomaría el ruta 323… saca de su bolsa del pantalón la tarjeta feria y caen sus llaves al suelo, se agacha para recogerlas cuando ya una mano se las estaba entregando, al voltear a ver al hombre y a agradecerle se le queda viendo la playera… “Cemento Cruz Azul”, y el hombre se le queda viendo al llavero de Beatriz, el escudo de “la máquina celeste”, sonríen y siguen su camino… Y ahí quedó, esos segundos bastaron para saber que quizá la próxima liga pueden ganarla, darle revancha al América, tener ahora sí ya un estadio para ellos, comprarse una gorra y no sentirse sola en la Sultana del Norte, y, quién sabe, a lo mejor que le aumenten el sueldo, mejor clima laboral, tener más ayuda en casa, volver a platicar con sus amigas… Ir a la playa…