La lección de la elección: clasismo, euforia y educación cívica Salvador Ramírez

Pocas elecciones serán recordadas como la celebrada el pasado domingo 6 de junio. Esta y otras muchas generaciones la recordarán como «La elección de la pandemia», sumado a que ha sido la más grande en la historia de nuestro país, ya que nunca habían estado en juego tantos puestos en una misma jornada electoral.

Para no desentonar con la peculiaridad de los tiempos actuales, esta tenía que ser una elección por demás especial. Tenía que estar marcada por muchos factores no solo físicos como el uso de extraños artefactos tapando boca y nariz y un extraño gel en la entrada de la casilla, sino también por los sociales; el clasismo, la violencia y la división de una sociedad cada vez más separada, no por discursos, como algunos sectores lo quieren hacer vez, si no por lo que pasa en el día a día, la falta de oportunidades y las realidades tan dispares de las clases sociales.

El clasismo de un privilegiado sector de la sociedad, llevaba a que en los últimos días hablaran sobre la importancia de esta elección basada en la supuestamente inexpugnable premisa de la democracia. Porque, seamos sinceros ¿Qué persona mínimamente informada del mundo actual preferiría una dictadura en lugar de la democracia? Sin embargo, hablar de la supuesta «protección» de la democracia en estas elecciones resulta engañoso y altamente clasista.

Mayoritariamente quienes salieron a votar no lo hicieron en defensa de la democracia, del estado de derecho o de la protección de las instituciones, como los sectores privilegiados lo quieren hacer ver. Estos aspectos guardan su supervivencia en la mente clasista de quienes no están preocupados por lo que van a comer el día de mañana. Quienes participaron y sobre todo quienes votaron en contra de los candidatos del régimen actual, lo hicieron pensando en que los salarios siguen siendo deplorables, en que la inseguridad sigue a la alza y en que el pan, la leche, la tortilla, los combustibles y demás, son cada vez más inaccesibles para su bolsillo.

Los resultados electorales muestran a una sociedad con un bajo grado de ignorancia, contrario a lo que por mucho tiempo algunos sectores, de manera estratégica, nos han querido hacer ver. Nuestra sociedad castigó, votó dividido y aparentemente conforme a la actuación de cada gobierno en cada zona del país.

A nivel nacional Morena, el partido del gobierno se quedó con 11 de las 15 gubernaturas que estaban en juego, sin embargo para la Cámara de Diputados el resultado no fue uniforme; allí han perdido la mayoría calificada que durante la legislatura que está por terminar, les permitía realizar reformas constitucionales.

Por otro lado, la segunda fuerza política del país, el PAN, arrasó en sus estados que podríamos definir como sus bastiones: Aguascalientes y Guanajuato. En ambos carro completo, no obstante, a nivel nacional con solo 2 de los 15 gobiernos estatales en disputa, la derrota parece ser monumental.

El resto, PRI, PRD, MC, PT y compañía como partidos satélites, gozando del presupuesto público y ahora sirviendo como mercenarios al partido grande que más perlas ofrezca.

De los partidos que están por desaparecer por sus pésimas decisiones y vergonzosos nacimientos como el PES, RSP, Fuerza por México y demás queda desearles que descansen en paz.

Las elecciones intermedias suelen ser las del abstencionismo, el porcentaje de participación es bajo ya que la expectativa suele ser inferior a la de una elección en la que se elige a un presidente de la República, esas siempre son más mediáticas. Sin embargo, esta jornada fue distinta, porque además de registrarse una votación de más del 50% del padrón electoral, fue evidente el entusiasmo de las personas por salir a ejercer su voto, su derecho a decidir, su derecho a ser escuchadas. La posibilidad de que después de más de un año de pandemia pudiéramos volvernos a encontrar en comunidad, esta vez organizando nuestras propias elecciones y dejando todo listo para que junto con nuestros vecinos escogiéramos a nuestros gobernantes. Recordemos que el INE es un organismo conformado por ciudadanos, y por eso y al azar, son ciudadanos quienes el día de la elección montan casillas y cuentan los votos.

Comienza ahora la carrera hacia el 2024, la cual hará escalas en algunos estados que tendrán elecciones locales en el trayecto; Aguascalientes por ejemplo elegirá nuevo gobernador o gobernadora en 2022. Que la radicalización no se descarte y que la paz no se dé por hecho; tarea será de la comunidad repetir el civismo mostrado en este 2021, aguantar los embates de los extremistas que tratan de sesgar nuestra visión con falsas profecías y también a los charlatanes que tratan de engañarnos haciéndonos creer que todo está perfectamente bien.

Informémonos, exijamos y cuestionemos. Que la próxima vez que un candidato o candidata pida nuestro voto, nos haga saber de dónde viene, quiénes le acompañan, cómo ha llegado hasta aquí, cómo está pagando su campaña política y quién está detrás de él o de ella. Cuál es su estilo de vida, sus amistades, costumbres y gustos. Qué lugares de recreación frecuenta y cuánto gasta en lujos y extravagancias. Qué tiendas frecuenta y qué restaurantes visita, seguro así, y contrastando con su historial, podemos darnos cuenta de frente a quién estamos. A nuestros gobernantes, no podemos exigirles menos.

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