“El viento sopla hoy, mi amor,
y unas menudas gotas de lluvia caen;
yo nunca tuve sino un solo verdadero amor,
que en la fría tumba fue a reposar.”
“Yo haré lo mismo por mi verdadero amor
como todo hombre joven haría;
me sentaré a lamentarme en su tumba
por un año entero y un día.”
Al año entero y un día de estar despierto,
la muerta empezó a hablar; “Oh,
¿quién se sienta a sollozar sobre mi tumba,
y no me deja dormir?”
“Soy yo, mi amor, sentado sobre tu tumba,
y no te dejaré dormir; porque ansío un beso
de tus labios fríos como arcilla,
y eso es todo lo que busco.”
“Tú ansías un beso de mis labios fríos
pero mi aliento huele fuerte a tierra;
si tienes un beso de mis labios como arcilla,
tu tiempo no será largo.”
“Aquí abajo en ese verde jardín,
amor, donde solíamos caminar,
la más fina flor que allí fue vista
se marchitó en su tallo.”
“Así como el tallo se marchitó y secó,
mi amor, así nuestros corazones decaen;
así que conténtate, mi amor,
hasta que Dios te llame lejos.”