Así somos nosotros, y nos hemos acostumbrado a vivir de esta manera; escondidos.
¿Te imaginas ir por la calle con la pareja que amas y que seas señalado con burlas o vulgaridades? ¿o caminar con tu ropa favorita y ser humillado porque no es lo que deberías usar, así como caminar, maquillarte, ademanes y todo lo demás que implica ser nosotros?
Y no es que nos importen las críticas o la opinión social, pero, llega un punto en el que te cansas y lo que puedes hacer es desistir o persistir.
Pero que miedo hacer el amor a escondidas, no poder gritarse los sentimientos y tener que ocultar las emociones, a la vida, a los sueños al amor, al trabajo a todo.
Siempre que pienso algo que podría ayudar, lo digo a escondidas porque me pueden despedir, tal vez me corran de casa, me deshereden o me quiten el habla, o peor aún, me linchan por querer ser diferente.
Y este es mi mundo, un lugar de desconocidos escondidos que se gritan en silencio y que imploran tolerancia, que, aunque se mienta con que hemos evolucionado y las reglas han cambiado, seguimos en nuestras trincheras, con máscaras y disfraces que no muestran lo que somos.
Es como vivir 2 guerras; la primera es con uno mismo y la segunda en el campo de batalla llamado “México”, donde cada granada es una abominación, y cada bala es una apuñalada en espalda, entonces, sales con casco y armadura que se disfraza de “eres una egoísta” “eres muy mamón” por mencionar un poco de lo mucho que se nos lanza.
Me encantaría ser yo en toda la extensión de la palabra, y no para ser como tú crees, sino para simplemente estar en paz y dejar de inventar excusas para no salir con personas que no me gustan ni me benefician, para dejar de aparentar y moverme a mi libre voluntad.
¿te imaginas ser tú el que se esconde, querer correr sin poder moverte, o querer volar con el riesgo de que te corten las alas?
Parece broma y exageración, pero no es simple simulación. Voltea y observa detenidamente y sabrás que somos muchos los que permanecemos aquí, escondidos.