Mientras caemos sin parar por Salvador Montediablo

Mientras caemos sin parar queda…

Queda,  Quedamos aquí en el limbo, los olvidados por dios y los dioses olvidados,

la noche que se cobija con las sombras después de acostarse con la muerte,

Queda el ritmo del fuego en el barril del barrio pobre al escuchar el saxo,

los que hacen de la poesía una tragedia y de la vida una odisea.

 

Quedan las luces latiendo sobre el tejado del mundo

un jardín sin podar, Una barba a medio rasurar,

Quedan mil verbos sangrando, una frase sin completar

Un abecedario ebrio y una rima sin rumbo.

 

Queda el viento que mueve las flores, que mueven las faldas

el inherente aroma a amor que crece en la juventud moribunda,

Quedan miles de preguntas sin respuesta y respuestas sin ser preguntadas,

el último renglón de la carta en la botella de la poesía vagabunda.

 

 

Queda la tía loca y su eterna guerra con los vecinos fantasma,

Sobre la televisión, queda el gato bostezando en invierno, durmiendo en verano,

Queda el olor a tierra mojada en mis zapatos y su olor a jazmín en la cama,

En el espejo hay un lago roto por donde un reflejo trata de escapar en vano.

 

Después de querer queda un desconocido usando mi ropa,

durmiendo en mi cama, muriendo mi vida, soñando mis miedos.

 

Queda la noche cubierta por un manto de latidos,

Un café a lado de un suspiro lacerante al amanecer.

 

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