Multidisciplinariedad guerrerense por Rebeca Lsp

ClaudiaRuiz/ArchivofotoFIC2019

Fueron muchos quienes se quedaron decepcionados al descubrir que en esta edición del Festival Internacional Cervantino, con el estado de Guerrero como invitado, no habría un evento dancístico de folclor. En lugar de un tradicional ballet regional, en el programa encontramos una propuesta experimental que contaría con la Compañía de Danza Contemporánea de Acapulco y música de la famosa Orquesta Filarmónica de Acapulco y los Hermanos Tavira.

La cita fue en el Auditorio del Estado, que no paraba de recibir por sus puertas a una variada audiencia, desde adultos mayores hasta alumnos de preparatoria uniformados. El bullicio en el recinto, previo al inicio del espectáculo, era ensordecedor y muchos de los asistentes no atinaban a dar con su lugar o, una vez conseguido, sentarse y esperar en calma el comienzo. Una vez anunciada la tercera llamada, las luces se apagaron y la función acaparó toda la atención.

Al fondo del escenario se encontraban la Filarmónica y los Hermanos Tavira, al frente un amplio espacio para los bailarines. El evento lleva por nombre Matices y su objetivo principal es fusionar la danza contemporánea y la música orquestal resaltando los rasgos culturales propios de su estado, lo cual justificó la aparición en pocas ocasiones de bailarines sobre un tapanco.

La función arrancó con música tradicional mientras tres bailarinas contemporáneas hacían gala de coloridos rebozos como recurso de vaporosidad. En la siguiente pista, las tarimas se dedicaron al zapateo de bailarines con trajes típicos, mientras dos contemporáneos hacían lo propio al nivel del piso. Las combinaciones entre ambas danzas no siempre resultaban armónicas….

En varias ocasiones, los bailarines contemporáneos pecaron de falta de sincronía, desfase que demeritó mucho al evento. Algunos eran excelentes, muy apasionados y ejemplares, mientras que otros, en ocasiones, lucían con torpeza. En otros momentos, por lo general cuando la coreografía era al nivel más bajo, todo resultaba casi poético, con las pautas de la música orquestal y su ritmo, y es que lo complicado de la danza contemporánea es precisamente el hecho de que el ritmo no siempre sigue pautas como en otras disciplinas dancísticas, entonces lograr la sincronía se convierte en un reto mucho más difícil.

A la mitad del evento, los violines eran los verdaderos protagonistas. Los bailarines retomaban algunos movimientos del ballet clásico y a ratos enunciaban frases sobre la pérdida, lo que le daba a todo un aire de protesta: “no volverá nunca”, “¿a dónde se habrá marchado?”, “no regresará jamás”; muy adecuadas, por ser intencionadas, para la temática del festival, Migraciones.

Por momentos todo parecía hipnótico; muchas posturas resultaban conmovedoras y algunas bailarinas se calzaban zapatos para zapatear y dar acompañamiento a la música con el ritmo marcado por sus pies.

Cerca del final, el violinista principal se posicionó al frente del escenario y, mientras tocaba, los bailarines tradicionales volvieron a las tarimas, hasta llegar un instante duelístico donde dos bailarines ejecutaron una reta tradicional de danza incluso de rodillas. Finalmente, danzantes de ambos grupos compartieron el escenario bailando las danzas clásicas de la región. Luego, en el exterior, el público se dividía entre la maravilla y la desazón.

Compañía de Danza Contemporánea de Acapulco con la Orquesta Filarmónica de Acapulco y Hermanos Tavira
Matices 
21 de octubre de 2019
Auditorio del Estado

Fotografía: cortesía FIC

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