Netflix y mi amor por la comida José Luis Zorrilla Sánchez

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Hay veces que vuelvo atrás unos cinco años: estaba en un centro de rescate animal, comiendo alguna fruta o un lonche en mi descanso, escuchando jaguares, tapires, guacamayas y otros que en ocasiones alimentaba yo mismo. Era un extranjero de esos sitios y sin pensarlo recordaba algunas cosas del lugar de donde vengo y de donde hui. Me veía a mí mismo sentado, pero esta vez estaba en la escuela, escondido atrás del auditorio comiendo solo y en tranquilidad los sándwiches que me preparaba mi madre. En Chiapas no sólo tuve que alimentar animales, también tuve que preparar alimentos para otras personas y fue cuando más he deseado comer alguna de las cosas que mi madre me preparaba con tanto amor. Fue ahí cuando aprendí la importancia que tienen los alimentos y el profundo amor que se les debe poner para que funcionen realmente para nutrirnos.

En los últimos años Netflix ha encontrado la forma de cautivar a su público, haciendo documentales por los cuales nos podamos interesar y sentir relacionados. Dos de mis ejemplos favoritos, -y un tanto obvios para mencionar en este texto-, son las producciones Chef’s Table y Streed Food Latinoamerica. En cada una de estas, el espectador no sólo se adentra en la cultura culinaria de un país en específico, sino en sus creadores y qué es lo que viene detrás de cada platillo, una forma y filosofías de vida por las que podemos sentirnos intrigados o incluso a veces relacionados.

Cada persona tiene una relación diferente con la comida, lo cual permite que cada quien la deguste de forma diferente, por lo cual no es poco común que dentro de estas series se analice el cómo fue el acercamiento de estos cocineros a ella, pero no sólo nos interesa esto. A lo largo de su historia, el ser humano ha demostrado que su inventiva viene ligada al desarrollo de cada persona, por lo que la capacidad emocional de la creación personal de cada uno, tiene distintos rangos, esto es lo maravilloso de estas producciones, el hecho de que en esta arte se comprenda como la humanidad puede crear algo maravilloso para intentar apoyar a su país que está pasando por una crisis o simplemente buscando la paz.

No voy a decir que soy un gran cocinero, porque es poco lo que cocino y a mis dotes le hace falta práctica, pero dentro de la cocina encontré una forma de comunicación y expresión que muchas veces no he encontrado en otros medios. La gente cercana a mí sabe que sólo le cocino a las personas que quiero y cuando quiero. Esto no es un capricho, sino entender que si no hago las cosas bajo estas condiciones, es decir, con cariño y gusto, el platillo tendrá que prepare tendrá un sabor desastroso. También me permitió conocer otra parte de mí que no conocía muy bien de mi personalidad, yo no soy del tipo de personas que siempre esparce amor por todos lados, pero cuando lo hago me gusta demostrarlo. Supongo que el compartir la mesa también implica conocer en cierta forma íntima a los demás. No con todos agarrarías el plato de sopa o caldo para tomártelo directo sin usar cuchara, así como también debes entender que hay gente que a veces usa cubiertos para comerse una hamburguesa.

Poco importa cómo sea tu personalidad para que te quede rica la comida, creo que para lo que importa la personalidad es para tu genio creativo y el cómo haces las cosas, lo que sí es innegable es que necesitas hacerlo con cariño, incluso puedes convertir una Maruchan en un delicatesen para ciertas personas, todo depende del amor con que le eches el agua.

 

 

José Luis Zorrilla Sánchez, @JoseLZorrillaS (1997, Irapuato); es un estudiante medio flojo de la licenciatura en Letras Españolas por parte de la UG. De revoltoso corazón y espíritu greñudo, ha pasado por las antologías «Círculos de Agua» y «Las Avenidas del Cielo» y como becario del sistema INTERFAZ y del Seminario Para Las Letras Guanajuatenses. Después de viajes escribiendo en alocados OXXO’s y pelearse la cabellera contra la terrible página en blanco, trata de sobrevivir la cuarentena escribiendo reflexiones x y escuchando a otros en su podcast La Pipa de Chihiro

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