Nuestra historia, mi metamorfosis De Mara Cristina Olmedo Velázquez

Quisiera decirte lo mucho que te eche de menos; que a veces entre las risas suelo recordarte. Si te vieras como yo te veo… entenderías. Recuerdo el día que nos besamos por primera vez y que no he podido pisar de nuevo ese lugar, a veces te busco entre las personas, algunas me recuerdan a ti y mi corazón se entristece. Anhelo contarte todas las historias que han pasado desde que te fuiste y lo mucho que me has hecho falta.

Quisiera decirte que traté de odiarte y que no pude, que te escribo líneas para despedir tu recuerdo y que ésta es la última vez que lo hago. Recuerdo cuando te abracé por última vez; sentí que una parte de mí se quedaría contigo… así fue. Del momento que dijiste que me extrañaste, te creí y del día que sin querer te dije adiós; nunca lo había dicho antes, fue como si una parte de mí supiera que el final estaba cerca.

Quisiera decirte que desearía que hubiera sido diferente, que tu manera de querer no se parecía a la mía. Mentí a los demás al decir que todo había sido una fantasía, pero lo que yo sentí fue tan real que eso no debes de dudar. Traté de ser fuerte y seguir, pero había días que me quebraba, que quise encontrar en alguien más quién me recordara un poco a ti, todo fue en vano. No te pude olvidar, opté por una mejor opción: ya no luchar en contra de mí y de lo que sentía; sólo dejarme fluir. Miles de veces estuve a punto de llamarte, no lo hice; no era cobardía… era dignidad.

Quisiera decirte que estuve mucho tiempo molesta y furiosa por no haber tenido el valor de afrontarte y que no llamaras. No te culpo por no quererme ¿cómo querer a una persona que no se quería ni a si misma?

No me hirieron las palabras que dijiste, lo que me hirió fueron las palabras que te faltaron decir. Al final tuve miedo de olvidar lo que llegué a sentir por ti, nuestra historia: el final de mi ser, el comienzo de otro; mi derrumbe, a la vez salvación, mi metamorfosis.

Ahora que nos miramos frente a frente de nuevo, después de tanto tiempo y de tantas lunas, de tantos diálogos frente al espejo en la soledad de mi habitación, de borracheras y de llantos interminables, de falsas esperanzas y de encuentros imaginarios donde todo volvía a ser como el principio. Ahora somos desconocidos con recuerdos en común. Ahora te miro y no siento lo que sentí por ti antes; ya no eres la tormenta de emociones. Eres el rocío que adorna a las flores que dejaste al pasar, eres la belleza que dejó la tormenta. Ahora te miro y sólo sale una pequeña sonrisa al saber que todo pasó y sigo aquí… viva.

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