Paisaje ficticio por Lucie Mont

Su espíritu femenino tan ligero al contacto con la aspereza de mis manos, corroídas por el aceite de aquéllos óleos usados en la vieja escuela.

Sus ojos delineados por una juventud encapsulada por un dolor mental, que nadie percata.

Su cuerpo limpio y delgado  bajo las sábanas tibias que ambos ocupábamos. Su cabello lacio; las uñas siempre tan bien cortadas, excepto cuando dedica meses a la pintura.

La piel reseca, después de estar expuesta al aceite de linaza mezclado en aguarrás.

La piel suave después de una ducha juntos y el jabón de avena.

Sus pies fríos y las piernas acalambradas después de sostener mi cuerpo lánguido  en un orgasmo.

Abrazos cálidos que descubrieron  la carne, corroída por la tristeza, y la ira.

Las clavículas bien marcadas, una sombra  delineándolas.

El tórax dañado por el alcohol tragado hace años, sofocado al detener un  poco de aire canábico que exhalo.

La curva de su espalda inclinada, justo en el instante del beso entre las piernas.

La líneas expresivas de sus párpados tan parecidos a los pliegues de las flores que están a punto de marchitarse.

Las líneas de sus dedos cuando expandía trazos infernales sobre las hojas en blanco.

Línea azul en el meridiano, línea roja en el sur

                                               Extensión del horizonte en su chakra número cuatro.

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