Piensos de banqueta por Uriel de Jesús Juárez

Bardo es una película que tuve que ir a ver dos veces al cine para sentirme cómodo al momento de ponerme a escribir sobre ella.

 

Desde mi punto de vista, es la película más compleja de Iñarritu.

 

No tiene una estructura dramática convencional, es un viaje por diferentes momentos que se enlazan de una forma sumamente interesante. En sus entrevistas, Iñarritu habla sobre su película como una obra que no se tiene que abordar desde la razón, y eso es lo que más le va a costar al espectador casual. Estamos muy acostumbrados a las estructuras clásicas, a las fórmulas de películas comerciales que, al momento de ver cualquier cambio en uno de estos patrones, nos sentimos incómodos, insatisfechos porque el final no fue feliz o porque la película toca fibras sensibles. No culpo a las personas que solo van al cine a divertirse, al fin y al cabo, desde sus inicios, el cine se gestó como un artilugio de feria, un invento para entretener y generar dinero.

 

Iñarritu se da el gusto de hacer una película que se aleja de sus predecesoras, se da el tiempo de introspectar en sí mismo, de reconocerse egoísta, mal padre, caprichoso, gruñón, mamón. Habla desde el privilegio y de ahí toma conclusiones muy cuestionables. Muestra sus contradicciones y miedos, su fragilidad. Se burla de sí mismo y su realidad pasteurizada, y es ahí donde encuentro la belleza de esta película, que muchos calificarán de pretenciosa y a Iñarritu de ególatra, pero más allá de eso, veo una transparencia, un artista que se muestra humano y no como un dios en vida. Sí, peca de ególatra en algunos segmentos, para inmediatamente burlarse de sí mismo y mostrar secuencias de una carga emocional contundente, las lágrimas no faltaron para las personas que conectamos con eso. Se agradece que se muestre la vulnerabilidad y la imperfección como algo humano, lejos del ideal plástico del sueño gringo, que al final, Él mismo fue a perseguir al convertirse en un migrante de primera clase.

 

No quiero hacer spoiler, pero hay fragmentos sumamente personales que se convierten en universales porque todos tarde o temprano, tendremos o tuvimos una última charla con algún ser querido, o hemos sentido que nuestros éxitos son fugaces y que los vacíos son eternos. Que por más que nos esforzamos siempre volvemos a cometer errores que caen sobre los demás, para luego bailar cumbia mientras reímos y lloramos a la vez. Así refleja a México, Iñarritu. Una mezcla de dolores, alegrías y sin sentidos, y ahí, siento una gran admiración y agradecimiento con los artistas detrás de esta producción, porque se agradece ver un fragmento de nuestra cultura con este nivel de detalle técnico y en este nivel de complejidad artística e incluso diría yo, poética.

Qué genial sería que mucha gente vaya a ver Bardo al cine y se quede con lo poco o lo mucho que le pueda reflejar, entiendo porque se ha hecho tanto debate entre el ego y el genio que pudiera ser para unos u otros Iñarritu. Yo me quedo con el humano que logré distinguir entre sus escenas. De manera personal, sólo una o dos veces sentí a su ego desbordado, y en casi toda la película, vi a un Iñarritu desnudo.

 

El autorretrato, una canción sobre la infancia, un libro autobiográfico, las películas siempre terminan siendo una suerte de mezcla filtrada por un director que es el que dice lo que vez o no en pantalla, solo que, en esta ocasión, Iñarritu no se escondió detrás de dramas y múltiples personajes, ahí está, en Silverio Gama, su alter ego que habla y vive por Él, un sueño que se manifiesta en la sala de cine, no imagino a esta película en mi computadora. Es definitivamente una experiencia para vivir en salas, perdería su fuerza y capacidad envolvente al limitarla a la pantalla y sonido de nuestros ordenares.

 

Espero muchas personas se den la oportunidad, mínimo de mentársela por ególatra. Pero, si por alguna razón, se conectan con alguna de esas escenas que nos remiten a esa última charla, a ese aroma que se fue con esa persona al fallecer, y que desearíamos, al igual que Silverio, tener esa oportunidad de hablar esos silencios que se convirtieron en dudas…

 

Durante toda mi vida he tenido un sueño recurrente, que tiene que ver con la capacidad de volar, corro y vuelo, pero ya estando en el cielo, pierdo esa capacidad y por más que me esfuerzo, vuelvo a pisar la tierra, para luego recuperar ese poder y volver al cielo y así, constantemente hasta dominar la habilidad, bueno, esta película es la primera que me mostro en el cine, una sensación e imágenes similares a las de mis sueños, sí, creo que ahí nos quería llevar Iñarritu.

Historia Anterior

Mena B estrena su nuevo sencillo «Velitas» Con este tema la cantante de pop urbano planea conquistar a todo México

Siguiente Historia

La primera edición de Banana Fest llegará al Salón Chabacano en CDMX El festival de música urbana celebrará su primera edición en noviembre