Ante el manto abrumador de desinformación, parece que hay que volver a contarlo todo de nuevo. Recuperar la cronología de los hechos. Llamar a las cosas por su nombre. El 7 de octubre de 2023, en territorio israelí ocurrió un monstruoso atentado terrorista sin precedentes. ¿En qué consistió exactamente?
Alrededor de las 6:30 de la mañana de ese 7 de octubre, en shabbath, un numeroso contingente de terroristas irrumpió en el territorio de Israel desde la Franja de Gaza. Se trató de lo que hoy conocemos como la “Operación Inundación de Al-Aqsa”, perpetrado por Hamás (organización terrorista de orientación islamista radical que, desde su fundación, ha jurado la destrucción del Estado de Israel), a la cual se le unió la Yihad Islámica Palestina e, incluso, civiles árabes palestinos. El atentado fue complejo tanto en su ejecución como en la diversidad de tácticas terroristas empleadas. La incursión terrestre resultó en el ataque armado contra los civiles de los kibutz cercanos a la Franja de Gaza, contra los asistentes del festival de música electrónica Nova y contra instalaciones militares.
¿Cuál fue el saldo del ataque? Cuantitativamente: ahora se estima que ingresaron por diversos puntos 6 mil terroristas palestinos desde Gaza. Durante horas se deleitaron asesinando sádicamente a 1200 personas. Hamás disparó desde Gaza miles de cohetes. Los terroristas secuestraron a 251 personas (entre ellas, bebés), de las cuales, a un año del atentado, siguen cautivos dentro de Gaza 101 rehenes. Muchos fueron asesinados en el transcurso de su cautiverio, algunos murieron durante las incursiones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza y muy pocos han podido ser rescatados con vida. Cualitativamente: el trauma para la sociedad israelí ha sido inmenso. Hamás cometió torturas, agresiones sexuales y asesinatos a sangre fría, con una crueldad que es difícil de concebir (los testimonios por parte de sobrevivientes pueden verse aquí). Los miembros del grupo terrorista hicieron todo el daño posible para humillar a Israel. ¿Cómo es que lo sabemos? Porque los propios terroristas documentaron su demoniaca orgía de muerte. Con orgullo grabaron con cámaras portátiles las atrocidades cometidas por ellos mismos. Se puede ver aquí, aquí y aquí. Incluso es posible buscar y atestiguar todavía más en internet y ni si quiera hay que esforzarse demasiado.
Lo que ha ocurrido después rebasa la posibilidad de sintetizarlo en este espacio. La declaración del estado de guerra por parte del gobierno de Israel. La incursión militar para atacar a Hamás como respuesta al ataque terrorista. La infraestructura militar en instalaciones civiles como escuelas u hospitales de Gaza. La profunda red de túneles de Hamás, la cual no es empleada para proteger a sus civiles. El descrédito internacional del Estado de Israel. El predecible antisemitismo de los medios de comunicación occidentales y de los gobiernos en el mundo. Los ataques antisemitas en todo el hemisferio. La justificación y el blanqueamiento del terrorismo islámico enmascarado de resistencia revolucionaria. Los continuos ataques de Hezbolá desde Líbano hacia Israel. Los ataques por parte de los hutíes en Yemen hacia Israel. Los ataques desde Irán hacia Israel por parte del régimen teocrático de los Ayatolas. Las acusaciones de genocidio por parte de Sudáfrica. Los ataques terroristas dentro de Israel en vísperas del aniversario del 7 de octubre.
La complejidad del conflicto, los prejuicios históricos contra el pueblo judío y la falta de información clara en los medios tradicionales y digitales no ha impedido a las élites intelectuales de Occidente tomar partido por el activismo palestino. Las manifestaciones en apoyo de la causa palestina (es decir, en apoyo a Hamás) dentro de las universidades norteamericanas son su cara más escandalosa. No la única, sin embargo. Quisiera afirmar que he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por el antisemitismo. Pero ésta expone por sí misma el profundo fracaso de la razón crítica y el triunfo del relativismo post Derridá. Hoy se ha vuelto una responsabilidad intelectual desmentir la propaganda palestina (que la progresía sentipensante ha abrazado sin cuestionar) con la misma rotundidad con la que el pueblo de Israel defiende su derecho de existir (independientemente de su clase gobernante, políticos al fin, con sus propios intereses). No olvidar lo que ocurrió el 7 de octubre ni quiénes fueron sus perpetradores y cómplices. Y que todos los rehenes vuelvan pronto a casa.
Contacta a Roberto Godoy: postficciones@gmail.com
Roberto Godoy (Aguascalientes, 1989). Escritor. Becario de la Fundación para las Letras
Mexicanas (2017-2019). Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2023.
Actualmente estudia el Doctorado en Estudios Sociculturales en la UAA.