Reconectar: cuerpo y posibilidad por Joan Carel

ClaudiaRuiz/ArchivofotoFIC2019

Pieza fundamental en el desarrollo de un ser humano es el movimiento y el tacto. Los niños, desde que nacen, experimentan las posibilidades del cuerpo a partir del contacto con el pecho materno, el estiramiento y flexión de sus extremidades, el peso colgante de su ser. Más tarde, el gateo es el medio para el conocimiento del mundo, del otro y sí mismo, a través del descubrimiento de las texturas y superficies, los obstáculos, la técnica de deslizamiento. En esos primeros años el suelo es el más perfecto revelador.

Quien en su adultez (joven o madura) ha decidido tomar una clase de danza, seguramente se ha enfrentado durante las primeras sesiones con el reconocimiento de su cuerpo que, aun siendo suyo, le es ajeno. Vértebras, omóplatos, isquiones, metatarsos, emergen uno a uno casi en un trance donde se despliega al interior un nuevo universo: la infinita e ilimitada corporalidad.

Lugar donde se alberga el alma es un cuerpo, y eso lo sabe bien la compañía de break-dance canadiense ILL-Abilities Crew. La música, cual bar, resuena en el auditorio desde la consola en el centro y la función comienza con un cuadro de siete siluetas que aperturan solemnes el experimento corporal.

Un hombre acongojado inicia la exploración con la inercia del movimiento contemporáneo;  a veces sube,  otras cae. En el piso, abrazando sus rodillas, queda inerte hasta la llegada de otro personaje, cuyos bastones lo levantan, lo impulsan, le dan valor. En esta resignificación de la danza y el cuerpo, el hombre “completo” es el fragmentado, mientras que el “discapacitado” posee la fuerza y la posibilidad.

Oscuridad y sombra. La luz de una lámpara deja ver maximizado un puño que se descubre lentamente como una extraña mano con tres dedos, mientras el hombre pequeño de los bastones parte proyectado como un ser colosal, y enseguida se desarrollan, a menera de solos, los hallazgos individuales de los demás.

Se piensa en discapacidad cuando al cuerpo común le faltan partes, pero poco se habla de la mente desconectada de su cuerpo, la mente que olvida y que requiere –como en la primera clase de danza–, reconocer, reconectar. Ese es el hombre detrás de la consola, rodeado por las otras seis anatomías singulares que lo examinan y lo cuestionan. Redescubrir, reconectar. De dos en dos, los bailarines se confrontan en el lugar que es común a todos, el suelo, donde el movimiento no necesita prótesis ni bastones, sino la aceptación de sí mismo y del otro para convertirse en una obra vigorosa y magistral.

¿Cómo valorar el cuerpo, no como herramienta ni vehículo, sino como esencia de existencia e identidad? Los amantes llegan a ser uno a través del tacto de descubrimiento: dos labios encontrados, las manos en el rostro, pecho sobre pecho… No dicotomía: alma es el cuerpo también.

De nuevo y finalmente el cuadro de siluetas, completas, capaces, más fuertes que lo “normal”, porque el otro no es distinto, sino igual en posibilidad.

ILL-Abilities Crew 
Dis-Connect 
16 y 17 de octubre de 2019
Teatro Principal

Fotografía: cortesía FIC

Historia Anterior

El mal a perpetuidad por Joan Carel

Siguiente Historia

Caminos que llevan al sur por David Mondragón