Si la mona se vista de seda… déjala que sea feliz vestida de seda. Por Arantza

/

El constructo social de los términos masculino y femenino ha cambiado con el tiempo. Un ejemplo icónico es el pantalón, de corte largo sólo podía usarse por un hombre mayor de edad o casado; Otro ejemplo es el labial rojo, prohibido antes del siglo XIX por su connotación sexual. Si hoy una mujer sale a la calle en pantalón y con labios rojos, lo que veríamos mal sería que alguien la llamara “machorra” o “puta”.

Actualmente existe un debate inverso, los elementos superficiales que representan lo  “femenino” son mal vistos si se adoptan por hombres. Es tan controversial que debe nombrarse de una manera especial para no pensar que estamos al borde del apocalipsis: “Travesti”. Realmente nadie ha muerto porque un hombre se ponga rímel. Y si alguien muere, sería de envidia, la genética los ha glorificado con un pestañón que ya quisiéramos todas.

Si (casi) aceptamos que una mujer traiga pantalón o le guste el fútbol o no se maquille, entonces si un hombre quiere ponerse tacones y usar un vestido “aquí-la-que-manda-soy-yo”, ¿Por qué hay tanta polémica? ¡Que lo luzcan! (Y luego me lo presten). Esto puede formar parte de una nueva construcción del término “masculino”.

Libertad implica respetar las decisiones y percepciones del otro. Nadie te va a percibir de la manera en la que tú te percibes. Pregúntales a dos personas que describan tu personalidad, no te describirán igual y probablemente habrá algunas cosas que no concuerden con tu percepción de tí mismo. Para respetar la libertad no podemos forzar a los demás a vernos como nosotros nos vemos y ellos no nos pueden forzar a vestirnos o comportarnos de tal manera que encajemos dentro de la percepción que tienen.

La ropa es un medio de manifestación de la identidad, del estado de ánimo, de las aspiraciones y los deseos. Funciona cuando te sientes libre, te ves bien y se refleja en la sonrisota que traes.

Alguien que moldea su cuerpo y su vestimenta con las características que le hacen sentir más identificado, realmente no transiciona, simplemente hace una elección de singularidades para definir su personalidad, así como hacemos todos. ¿Por qué entonces un travesti debe pasar por tensiones de orden personal, familiar y social? Bueno, supongo que algo similar sucede con los que le van al américa, también respetamos su derecho de portar ese horrible amarillo chillante…

Ahora, existe una diferencia entre adoptar características de género y querer adoptar un sexo opuesto que involucra características resultantes de la activación de los cromosomas. Para que exista un cambio de mujer a hombre (o viceversa), tiene que existir primero una definición de hombre y de mujer.

Los genes activan de manera natural las diferencias entre los dos sexos, éstas son: Hormonales, neurológicas y cerebrales, genitales, hirsutismo, peso, altura, masas ósea y muscular, distribución de la grasa, piel y glándulas sudoríparas, gestión del flujo sanguíneo y la temperatura corporal, boca y laringe, corazón, pulmones y percepción sensorial.

Hoy en día se puede moldear el cuerpo a gusto personal, con la finalidad de sentirse cada vez más cómodos con él: desde aumento de glúteos (¿Alguien gusta patrocinarme uno?), aumento de busto, rinoplastia, y muchísimos otros #Vivalavanidad. Mediante procedimientos quirúrgicos u hormonales, entran también modificaciones como la reestructura de genitales, que permiten asimilar el cuerpo al sexo deseado, sin embargo, también hay otras características que aún no son modificables como las neurológicas y cerebrales.

Si las operaciones como liposucción o rinoplastia no son criticadas por la sociedad (Bueno, un poquito), entonces ¿Por qué se crucifica la reestructura de genitales?.

Tomando en cuenta que ningún sexo tiene al 100% desarrolladas las características biológicas que corresponden al mismo, el debate sobre el cambio de sexo corre en función del porcentaje que debe cambiar un sexo para convertirse en otro y en tal caso, si fuera un 50% 50% exactito, entonces más chido porque es una persona con el privilegio de entrar a cualquier baño si de pronto le aprieta la vejiga.

Bajo la premisa anterior, es entendible que exista un sesgo entre lo que una persona percibe como hombre o mujer y lo que otra persona percibe. Lo mismo sucede con los demás atributos de identidad y personalidad de una persona. Lo que yo pienso de mí, no es necesariamente será lo que otros piensan de mí.

Lo que definitivamente no es justificable ni debatible es la violencia en contra de la persona que decide modificar su cuerpo con la finalidad de asimilarse al sexo opuesto, ¿Sería justificable si alguien asesinara a una mujer que se opera el busto para pasar de copa A a copa C? Suena ridículo. Cada quien es libre de modificar su cuerpo a gusto personal, pregúntale a Lyn May, aunque no te guste el resultado, a ella sí y es lo que importa. (Guiño de ojo)

Son precisamente nuestras diferencias físicas y de creencias las que nos permiten ejercer la libertad. Si todos fuéramos iguales y pensáramos igual, no habría necesidad de libertad.

La libertad de moldear y adornar el cuerpo es meramente individual, así como la manera en la que uno se percibe. La libertad de cómo los demás te perciben les pertenece a ellos y sólo a ellos, cada quién construye su percepción de los demás en base a sus vivencias. Ninguna de estas dos libertades debe de ser violentadas ni desprestigiadas. Sé y deja ser.

Por último, déjame agarro aire porque toqué demasiados puntos en un texto intentando mantenerlo corto, ¡Bendita libertad de expresión!

 

Historia Anterior

Cuando el ciudadano Presidente de México por Mariana Perea

Siguiente Historia

El dinero de los de allá para los de acá Por Moisés Campos