Soy algo tonto,
cuando algo me gusta
no lo digo,
solo sonrío
y escondo mi suspiro
para que las personas
no sospechen
que me sorprendo
con esas cosas
que para la gente
que se cree lista
son insignificantes.
Como ver un diente de león
sacrificando su existencia
para robar una sonrisa,
o encontrarla
si es que está perdida.
O admirar la organización
de las hormigas y su incomparable
orden en que caminan.
Nada como admirar
el tango en el aire
de una andrena después de robar
su miel mezclada con tierra
para endulzar mi paladar.
No sé mucho de casi nada,
de hecho,
lo único que puedo decir
con seguridad,
es que si la parálisis
me sorprende con la muerte
aceptaría feliz,
y si no,
también,
porque al menos
seguiré teniendo otra
razón para seguir escribiendo.