“… Bueno sí, no sé, no te conozco”
Una de las cosas más inadvertidas al hablar de tecnología es para quién se ha desarrollado ese gadget. Esto es un peligro social, ya que así como estamos delimitados por diferentes circunstacias individuales, el mercado y la industria parten desde perfiles de fenotipos prejuiciados adquiridos de una cultura traumatizada con multiples discriminaciones a los diferentes grupos que la integran en desventaja con respecto a otro grupo que ha concentrado el poder económico, político, estético, público, o de otra índole.
En la historia infame de la ciencia, de la medicina y de la psicología en particular existe la memoria de la invención del primer dildo y de la “histeria femenina”. Un grupo de hombres con bata blanca decidieron “científicamente” que la exasperación de algunas mujeres bajo determinadas circunstancias se debía a la falta de satisfacción sexual, así que inventaron una máquina compleja para satisfacer a las pacientes que fueran diagnosticadas con ese cuadro “patológico”.
Habría que preguntar en ese momento cuántas mujeres había entre los “expertos”, así como en muchos otros momentos en el que muchas mujeres han terminado siendo víctimas de los hombres con bata blanca; como en la eterilización forzada de indígenas por parte de los médicos.
Esos son sólo algunos ejemplos en los cuales la tecnología es usada para dañar a terceros con base en prejuicios que lograron inocularse hasta las objetivas ciencia y tecnología.
Otros ejemplos menos drásticos, pero igualmente perjudiciales para quienes no cumplen con el fenotipo al cual va dirigido el producto son los asientos de los autobuses o los primeros teclados físicos de computadora que se comercializaban en México hasta hace unos diez o quince años. Por cuestiones avaras el diseño de los productos siempre se realiza desde la generalización del fenotipo más cercano al número mayoritario, entre el grupo con poder adquisitivo para su consumo pero a la hora de venta se le ofrece a un grupo mucho más Amplio; y sobre todo en México, a un grupo para el cual no fue diseñado, o al menos eso pareciera si juzgáramos desde su publicidad, debido al aspiracionismo tan grande en nuestra sociedad.
Aunque en el caso de los asientos o los teclados el daño pareciera nulo o poco dado que sólo provoca malestares o molestias, lo cierto es que el desgaste que generan es mucho si reunieramos la cantidad de horas que sus usuarios necesitan para el descanso físico o mental. En un conteo rápido del tiempo que me tomaba sustituir las comillas francesas por españolas en un texto me arrojó como resultado tras diez años de trabajo en edición perdería un día natural de mi vida por el tiempo que me tomaba ya que las comillas españolas no tiene un acceso directo en los teclados que se comercializan en la parte hispanohablante del mundo.
Es cierto, además, que todo diseño de tecnología estaría discrimiando a sus potenciales compradores de entre los demás grupos, por lo que podemos asegurar que la dsicriminación tecnológica existe desde el diseño de herramientas y políticas. Tan sólo habría que recordar que para el último registro de candidatos a la república se impuso que el registro fuese en el sistema virtual del INE en vivo. Dicha medida resultó en una discriminación de las zonas y grupos en México que llevan una vida offline todo el tiempo; eso sin considerer, que los telefonos que se requerían para hacerlo debían ser de última generación, dispositivos que añadía a la discriminación tecnológica, una discriminación económica hacia los votantes por parte de un organismo que tiene el deber de asegurar la igualdad de trato hacia los ciudadanos.
La próxima vez que tengas un ataque de ira ante un aparato o dispositivo, en vez de culparte o atacar al mecanismo, recuerda que alguien te discriminó para crear su producto y después te vino a vender esa mercancía.
Una linea blanca para hombres
Cuando las obligaciones del autocuidado nos alcancen, los hombres se darán cuenta de que las características de los aparatos para el hogar no son las adecuadas para su uso, que tanto la altura como otras características siempre han sido diseñadas para el otro género. Una de las características que probablemente exigían será la de crear los aparatos para “uso rudo” como en algún momento sucedió con algunos modelos de celulares y no es que seamos más descuidados; los relatos y las ficciones están plagados de historias donde “gigantes” o individuos de sociedades “exóticas” hacen un uso rídiculo de los instrumentos comunes, probablemente el lector tenga más a la mano el momento del tenedor en la película infantil de “La sirenita” de Disney.
No es que se use fuerza excesiva o ruda con algunos aparatos, los mecanismos no están diseñados para nuestro uso. La incursión de los hombres en los cuidados, tan retrasada y negada aún por mis congéneres, sin duda contribuirá mucho a eliminar prejuicios que hay respecto a la limpieza, el cuidado y el hogar, que simplemente hemos aceptado sin cuestionar por el desprecio que tuvimos por esas labores. Uno de los campos que más angustia han causado en las féminas, es en la responsabilidad de los hijos debido al mayor involucramiento de los varones en el cuidado de sus vástagos. Estos están más abiertos a dejar libres a los niños al autodescubrimiento del mundo, o a tratarlos sin sobreprotección.
Un tiempo para el hogar
La división actual del trabajo por géneros distrae a trabajadores en los diferentes ámbitos laborales sobre las sobreexigencias a las que están sometidos y terminan acusandose entre unos y otros sobre el abandono de responsabilidades.
Esperemos que compartir ambas responsabilidades: el proveer y el administrar al hogar los haga darse cuenta de la explotación laboral actual en la que ambos géneros viven inmersos y en la discriminación tecnológica por género que ambos sufren actualmente.