Un bebé grande por Joan Carel

Fotografía: Gabriel Morales

Aunque el gesto de su rostro podría parecer intimidante para algunos, es imposible no sentir cariño por el bebé Tyler, creación de la canadiense Ingrid Hansen, al terminar las temerarias aventuras de su show.

La cabeza de este personaje es similar a la de los muñecos comerciales, pero su cuerpo es la mano de la artista, cuyas extremidades (dedo índice y meñique) son su principal herramienta para embarcarse en experiencias de gente grande sin aceptar ayuda, mismas que se alternan con alocadas peripecias de otros simpáticos personajes.

El espectáculo comienza con la creadora vestida completamente de negro, a excepción de su rostro donde destaca su enorme sonrisa con labios rojos. Frente a la tela negra que cubre al escenario, sus manos son de un material enorme y blanco, las cuales abandona para descubrir una bola de plastilina azul a la que da vida marcando sus ojos y boca con un lápiz. Este personaje emite sonidos guturales y expresiones de preocupación y angustia antitéticamente adorables. Su primera misión es sortear un obstáculo a su paso, para lo cual distiende su cuerpo en múltiples formas; finalmente, descubre con la muestra de unos ositos de goma que podía haberlo rodeado.

Este par es terrible y despreocupado. Se estacionan mal, chocan y hurtan autos, se inmiscuyen en fiestas con otras gomitas rockeras y ayudan al monstruo de plastilina, encarcelado por un ataque de pánico cuando otro oso secuestra un trozo de su cuerpo, a escapar de prisión y recuperar cual espías la materia robada.

Mientras tanto, bebé Tyler se da un sensual baño de espuma en una taza, hornea un cupcake del tamaño de su cuerpo, incluso ordeña a una vaca. En la publicidad del evento se le veía en patines, cosa que no ocurrió durante la función; sin embargo, se empaca accidentalmente en una caja de mensajería frágil y llega hasta una isla solitaria.

Los personajes y las historias son creados en una mesa de experimentación desde la que una cámara dinámica transmite los sucesos en una pantalla enorme. El juego de perspectivas visuales posibilita la sorpresa, el suspenso, el viaje, los escenarios y la espectacularidad de las imágenes.

Mientras Tyler reconoce el territorio desolado, el mar (oscuridad de la pantalla) es atravesado por delfines, pulpos y la vaca de su práctica repostera ahora surfeando (ese instante absurdo es en extremo cómico). Un cangrejo (las manos de Hansen) es el único habitante y con una sandalia de baño abandonada crea un refugio del sol bajo el que ve pasar las horas y los días sin esperanza.

“Necesito ayuda”, acepta finalmente el bebé, quien decía poder hacer todo solo, con un gesto desesperado en un close up donde destaca su irracional vello facial de superviviente. La chancla es la solución; esta se convierte en una barca y el bebé nada entre tiburones, como en una película de horror sensacionalista, acechado por la muerte.

Sin escapatoria, el bebé Tyler besa al tiburón, eso basta para que sean amigos, se hacen cosquillas y el animal lo lleve de regreso a casa. Al mismo tiempo, el monstruo de plastilina atraviesa el cuadro convertido en un avión y sobre él planean los ositos de goma despidiéndose de la feliz audiencia.

SNAFU (Sociedad de Espectáculos Inesperados), dice su semblanza, “construye lugares artísticos desafiantes, significativos, salvajes y libres que comparten el espacio, celebran todos los cuerpos y cultivan el deleite en el espectador”. Es justamente ese salvajismo creativo tan propio el que da un sello único a los títeres de su propuesta.

Ingrid Hansen trabaja en televisión, por eso su dominio maestro de la cámara ante los objetos diminutos. Da vida a Heart, monstruo naranja en una famosa serie creada por Plaza Sésamo para AppleTV+, Helpsters, que la ha hecho ganadora del premio Emmy. El manejo onomatopéyico de su voz es quizá el elemento clave para la creación de la magia, la fluidez de las escenas, la personalidad definida de los diversos personajes, el impacto inolvidable.

Ingrid también es cocreadora de teatro renegado y teatro carcelario junto a la compañía que representa, únicos canadienses en realizarlo, y ofrece talleres para niños y adultos. Esta obra, con la que fascinó al público del 52 Festival Internacional Cervantino, fue coescrita y dirigida por Britt Small, de Atomic Vaudeville, y coproducida por Kathleen Greenfield, de SNAFU.

Fotografía: Gabriel Morales

El show del bebé Tyler
SNAFU

19 y 20 de octubre de 2024
Teatro Principal

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