La noche que se llevaron a Oliver, extrañamente hacía viento. No era una noche común en Las Vegas, pero era una noche necesaria para ellos. Jacq no tuvo oportunidad de ver la escena puesto que se estaba recuperando en la cama, pero cuando Elliot y Landon aclararon con la policía las razones de la intromisión de Oliver a la oficina de Jacq parecía como si a ella se le hubiera quitado un gran peso de encima. El color de su piel volvía a ser el que Elliot había conocido hace tiempo y sus labios retomaban su rosado color; le interesaba más su aspecto y ya sonreía.
Elliot recordó la primera vez que la vio en el hospital; le daba furia pensar en que un hombre golpeara a una mujer, puesto que su educación no concebía esa idea como algo normal. Chris una vez le había dicho que no era necesario decir que era un crimen feminista, eso de golpear a una mujer, sino que era más lógico decir que sencillamente no debías golpear a nadie y ya. Pero Elliot no las veía sólo como personas, sino como diosas: para él la mujer era algo sagrado. Tal vez le recordaban la calidez del trato de su madre, sus modos y su amor en el hogar. Internamente se sentía vinculado de manera especial con su madre, no sólo por el hecho de ser su madre, sino por el hecho de ser el único producto de la unión de sus padres. Técnicamente, su madre era infértil, pero como por azares del destino se había embarazado de él, y su llegada había devuelto el brillo a los ojos de su madre, según su padre.
—¿Puedes subir el volumen, por favor?— la boca de corazón de Jacq se había abierto, finalmente, para romper el silencio de la habitación.
—Por supuesto.
A través de la ventana, a lo lejos, se observaba la caída del sol; en la mesita de noche estaba un té caliente, cuyo vapor ascendía para perderse en la estancia. Jacq lo observó durante un largo rato, sin apartar la mirada, ante los ojos tranquilos de Landon. En otro lado, Elliot se apresuraba para volver a ver a la chica que ahora escuchaba música desde su cama; no quería llevar las cosas rápido, pero pensaba que cada minuto lejos de ella era eterno. Por supuesto, Jacqeline no era tonta: sabía que Elliot la quería, pero no sabía qué hacer con respecto a ese asunto. Nunca había pensado en compartir la vida con alguien porque siempre se había enfocado en sí misma. Ahora no sabía.
—¿Tardará mucho?— preguntó Jacq.
—No lo sé, hace ya rato que se fue— Landon sacó su móvil —. Quería preguntarte qué escuchamos.
—Es una grabación de la LVPhil. Hace tiempo que no la escuchaba y ahora tengo ganas de ir a una de sus presentaciones.
—Se puede hacer…— Landon buscó con el móvil — Parece que van a presentarse dentro de un mes, tienen un evento antes de eso— Jacq lo observó y sonrió mientras Landon fruncía el entrecejo un poco —Dice que se va a presentar con ellos una muñeca.
—¿Una muñeca? ¿Qué diablos estás leyendo? ¿Estás viendo pornografía o algo así?— Jacq rió un poco mientras Landon negaba con la cabeza.
—Eso no me funciona, querida. Todo lo que necesito es acordarme de lo bien que la he pasado, de los lunares que he contado y de las chicas que he despedido a la mañana siguiente— esbozó una gran sonrisa —, mi vida no es tan deprimente para ver porno, pero no me refería a eso. En cuanto he buscado me salió una noticia que dice que una tal Ashley Ravensdale se va a presentar con la LVPhil en una Gala o algo así, y luego para el público en general una semana después.
—¿Y de dónde has sacado que es una muñeca?
—De acá— Landon acercó la pantalla del móvil al rostro de Jacqeline.
—¡Dios! Bien podría ser actriz o modelo, o algo por el estilo— Jacqueline miró con extrañeza la fotografía.
—Aparentemente eso es. La he buscado y me salen sesiones y páginas de contacto…
Elliot irrumpió en la estancia con una gran caja bajo el brazo izquierdo. Landon y Jacqueline se quedaron en silencio mientras él cerraba la puerta de la estancia y se acercaba hacia ellos, tomando ahora la caja con ambas manos.
—¡Listo! Toda la papelería de los cajones de tu escritorio está aquí. Ya no tienes por qué preocuparte por ir un tiempo al bar— comentó Elliot mientras observaba a Jacq, poniendo la caja encima de una silla que estaba cercana a la cama de ella.
—Muchas gracias, Elliot. No sabría qué hacer si no nos ayudaras —Jacqueline miró a Landon, quien bajó la mirada y la desvió hacia la caja—, bueno, si no me ayudaras —acto seguido extendió la mano hacia Elliot, quien la tomó y se acercó para sentarse a un lado de ella, en la cama.
—Bueno, debo irme. Me avisas si necesita algo, ¿vale?— comentó Landon, guiñando un ojo y saliendo de la habitación.
Parecía como si inmediatamente le hubieran dicho que los dejara solos, pero sin palabras. Landon sabía cómo se sentía Elliot con respecto a Jacqueline, pero no quería entrometerse en ayudar a uno u otro porque era malo para las relaciones, según él; en realidad, sólo no quería resultar como “culpable” en caso de que no funcionara.
—¿Qué ha pasado?— Elliot no tuvo tiempo de devolverle el gesto a Landon, y observaba a Jacqueline para escucharla.
—Nada— Jacq suspiró y nego con la cabeza —, parece que se le ha metido alguien en la cabeza en estos últimos minutos.
—Podría decir que sí, pero sólo tú lo conoces más que yo— Elliot se inclinó a darle un beso en la frente a Jacq, quien sonrió en respuesta.