El título deja bien claro que se trata de una cinta sobre Van Gogh, el pintor post impresionista holandés. También insinúa el tema: los últimos años de vida de este apasionante y apasionado artista. El filme está dirigido por Julian Schnabel y protagonizado por Willem Defoe en el papel de Vincent Van Gogh, con un guion del director, Louise Kugelber y nada menos que Jean-Claude Carrière.
Comenzamos con una toma subjetiva desde el punto de vista de un desvariado Van Gogh, lo que establece el hábil recurso de distorsionar la imagen para imitar su patología visual. La primera persona con imagen distorsionada será utilizada a lo largo del filme, pero no gratuitamente, ya que la cinta versa, precisamente, sobre la visión, sobre la perspectiva de un artista como Van Gogh y sus intentos por transmitir ese modo de ver al resto del mundo.
A lo largo de las casi dos horas de duración, veremos viñetas de los últimos años de vida del pintor, que ocurren principalmente en el pueblo de Arlés, Francia. Somos, pues, testigos de los intentos del holandés por comunicarse con la gente del pueblo, por exponer sus cuadros, que son recibidos con indiferencia, cuando no con hostilidad. Vemos cómo, con frecuencia, sus peculiares intereses, su manera de pintar, su excentricidad y su alcoholismo lo aislaban de los habitantes del pueblo.
El filme también nos presenta a Gauguin como un artista admirado incluso por Van Gogh, con quien tendrá una amistad intensa, marcada por la afinidad y la admiración mutua, pero también enturbiada con la posible envidia de Gauguin y la desmesurada soledad de Vincent.
Igual de importante que la relación del holandés con Gauguin es su relación con el mundillo del arte. Mantenido por su cariñoso hermano Theo, mérchant de arte, Van Gogh, no obstante, es incapaz de vender sus pinturas y abandona por completo cualquier pretensión de gustar al público. Lo que Vincent quiere es, como ya mencioné, transmitir su forma de ver, porque está convencido de que su visión es más cercana a la realidad que la del resto de los hombres, que la suya es una visión de una belleza supramundana, pero no despojada de un aspecto terrible, desquiciante, que va pasándole factura a su cordura.
Esto lo llevará a visitar un par de hospitales psiquiátricos, pero Van Gogh, lejos de darse por vencido, simplemente deja de lado su conflicto con el público, con el mundo que se rehúsa a comprenderlo. Hacia el final de su vida, sólo le importa su relación con la eternidad. Así, el apasionado delirio de Van Gogh adquiere tintes místicos. El conflicto de Van Gogh contra el mundo del arte, contra la sociedad, se resuelve en una aspiración a la trascendencia no sólo de la obra, sino del alma misma del artista.
Willem Defoe hace una impresionante, matizada, conmovedora interpretación de Van Gogh, por sí misma capaz, sin duda, de llevar adelante la película. Pero no es lo único que sobresale en esta producción.
De especial nota es la estupenda fotografía a cargo de Benoît Delhomme, quien, además de tener un ojo privilegiado para la apreciación de la belleza natural, como el propio Van Gogh, sabe darnos en cada una de sus tomas, incluso en las más fugaces, ese ambiente y esos colores tan propios de la pintura del genio holandés.
La música de Tatiana Lisovskaya no se queda atrás, y sabe transmitir perfectamente la atmósfera de la época que las imágenes retratan de modo tan justo. La banda sonora, la preciosa fotografía, el diseño de producción, las actuaciones, todo se conjuga en este filme de hábil manera y el resultado es una obra inolvidable.
En suma, Van Gogh, a las puertas de la eternidad es un filme muy recomendable. Si bien tiene un ritmo contemplativo y lento, cada aspecto de su producción se siente no sólo bien logrado, sino además auténtico. Una gran película para los admiradores de Van Gogh, sin duda, pero también para los seguidores del arte en general y, ciertamente, para los cinéfilos de hueso colorado.
Esteban Govea es un poeta, narrador y guionista guanajuatense de treinta años radicado en la Ciudad de México. Es licenciado en filosofía por la UNAM, donde cursa la maestría en estética, y estudió guion de cine en el CCC. Dirige el Colectivo Arde y Cultura. Sus libros La Poética Robot y La Música Cósmica están de venta en Amazon.mx.
