VI. Riot por Luz Atenas Méndez Mendoza

Llevaba algunos días compartiendo piso con Samantha, una joven originaria de California, en un bungaló cercano a la Avenida Elm, cerca del Museo de la Mafia. No se encontraba lejos del Strip y, de hecho, algunas veces trabajaba por el lugar; en ciertas ocasiones tenía que ir al Fashion Show para acompañar a Samantha u otra chica de la empresa, por instrucciones de Elia. Y, la verdad, al haber vivido con E., conocía bastante bien el Strip, lo suficiente como para orientar a nuevas candidatas en el Fashion Show o para mostrarles esa área de la ciudad, o para indicarles la localización de cualquier cosa ahí.

 

Elia no había tocado el tema de E.; sabía que Ashley no lo había tomado bien y le había apoyado puesto que, más que su empleada, se había desarrollado entre ellas una grata amistad. Aunque en algunas ocasiones no pareciera así, Elia pedía apoyo a Ashley con las chicas nuevas y le acomodaba en los trabajos perfectos para ella; Ashley estaba agradecida con ello, así que se enfocaba en esforzarse más cuando podía. Algunas veces, Elia le pedía que llevara a las chicas a los bungalós y le proporcionaba un automóvil de la compañía; Ashley se había enseñado a manejar hacía algunos años y no era difícil tarea, pero en ciertas ocasiones le parecía complicado porque no era una ciudad muy tranquila, en ningún aspecto: ni siquiera en lo referente a vialidades y conductores. Casi todos los bungalós del área habían sido construídos por petición de Elia y se utilizaban para alojar, en algunas ocasiones, a las chicas que trabajaban en la compañía; sin embargo, los dos mil dólares de la paga por la estadía mensual no iba a la compañía, sino para el hermano de Elia, Allan, un hombre parecido a E., pero quizás un año o dos mayor. Se habían conocido en una fiesta de la compañía y él trabajaba en bienes raíces, así que era negocio para ambos.

 

—¿Te ha llamado Elia?— comentó Samantha mientras caminaba rumbo a la barra de servicio que dividía el área de cocina y el comedor.

 

—No, en realidad no me ha llamado. ¿A ti?— Ashley se hizo una coleta con una liga que traía en la muñeca diestra.

 

—No, no desde ayer. Me había dicho que llamaría temprano, pero seguro se le ha de haber presentado algo. De cualquier manera en un momento más llamaré a su secretaria, quizás pueda decirme un dato necesario para no ir a ciegas a la sesión.

 

Ashley asintió. Sabía que la sesión de fotos que tendrían en la noche era muy importante puesto que no se había dicho más palabra sobre ella. Elia normalmente les decía algo referente a los trabajos: quién contrataba, la idea general, qué tipo de vestimenta y maquillaje utilizarían… No podía obligarles a hacer algo que no quisieran, y estaba estipulado en los contratos. Elia no quería nungún problema, y sabía que si les engañaba podía presentarse alguna demanda. Pero, esta vez, por extraño que pareciera, no les había dicho nada, a ninguna de las modelos; Ashley sabía que, al menos, la acompañaría Samantha, y eso porque Elia les había comentado a ambas al mismo tiempo, días atrás. De las otras tres chicas no sabía nada, y no se había decidido a preguntarles a las que pensaba que pudieran ser las elegidas.

 

—Algo no me cuadra— comentó Samantha, tomando una manzana del frutero.

 

—Seguro se le ha presentado algo. Es la persona que menos quiere que nos pase algo y ya sabes que cada trabajo es cuidadosamente seleccionado. Elia no nos pondría a hacer algo que no quisiéramos— Ashley suspiró profundamente —. Además, aún no firmamos lo de esta sesión. Podemos decir que no, al final. Y ella tendría que respetar el acuerdo…

 

En ese instante sonó el teléfono móvil de Ashley; la tonada de “Faded” le encantaba, pero no podía dejarlo sonar por siempre, así que lo tomó en manos y contestó.

 

—Ashley… Sí… Aquí estamos, justo… Ok…

 

Samantha observaba a Ashley con los brazos cruzados, esperando que le dijera “era Elia, el trabajo va a ser de tal o cual manera, etc.”, pero Ashley se limitó, después de un tiempo, a responder con monosílabos.

 

—Perfecto, nos vemos entonces, muchas gracias— dijo Ashley, al final.

 

—¿Y?

 

Ashley procesaba lo que había escuchado; normalmente no le pasaba eso, pero entró en razón de que estaba tardando en dar una respuesta.

 

—Bueno, Sam, me dijo que se ha pospuesto para mañana. Dice que surgieron imprevistos y que tiene que viajar de urgencia, pero que mañana en la noche llega y nos acompañará— Ashley mojó un poco el labio inferior con la punta de su lengua y prosiguió —. Creo que una de las otras chicas le dijo que no, puesto que sonaba molesta y comentó que tenía que contactar a su secretaria para lo de mañana.

 

—No me sorprende, ha sido muy reservada con este trabajo. Mi madre ya me lo había dicho, “no vas a vivir de tu bonito cuerpo, no eres una actriz y no tienes otros dotes, deberías enfocarte al estudio”, pero aquí me tienes, dos años después de que me descubrieran en un centro comercial, mientras jugaba con mis amigas a probarnos los vestidos más lindos de los aparadores….

 

Hubo un momento en el cual ashley no escuchaba concretamente a Samantha, sino que revivía la conversación con Elia. Resonaba en sus oídos, como una grabación, la última parte de la conversación; durante la llamda había escuchado una voz masculina, quizá familiar, que tosía un poco y decía cosas como “esto, aquí, así, también esto”, probablemente dando instrucciones. Sabía que no era alguno de los fotógrafos porque los conocía a todos y pensó que sería el representante del cliente para el cual se haría dicho trabajo. Pero sonaba familiar, cada que la repasaba una y otra vez.

 

—¿Ashley?— preguntó Samantha, inclinando levemente la cabeza y observándola con extrañeza.

 

—¿Uh?— Ashley reaccionó y soltó una breve risa—, perdona, perdona, me quedé pensando en que no he ido al estudio, por lo que decías…

 

—Ajá— Samantha arqueó una ceja y asintió —. Bueno, espero poder recuperar la cita que me habían propuesto para hoy. Una de las chicas dice que este chico es muy guapo y que tiene su propio café, y ya sabes cuánto me gusta el café —Samantha guiñó, sonriendo.

 

Ashley respondió igualmente con una sonrisa, queriendo que todo volviera a la normalidad, pero no podía sacarse de la cabeza aquella voz. No era E., de eso quería estar segura, pero probablemente lo que había estado pensando temprano ese día, al fin, sucedía. Tampoco era Allan, puesto que su voz era más ronca que la de E., y aquella voz al otro lado del auricular, en cierta manera, no cuadraba con la de ambos. Se preocupaba de más, pensaba, sobre todo por el hecho de que Elia había dado instrucciones muy precisas y no había lugar para preguntas. Tal vez había ensayado lo que diría por el teléfono; de cualquier manera, Ashley sabía que de necesitar algo tenía que llamar a la secretaria de Elia y se solucionaría en lo posible.

 

—¿Te he dicho que es médico?— Samantha captó de repente la atención de Ashley —Dicen que trabaja en una clínica por el Fashion Show, más al sur. Tendré que revisar si es verdad, porque bueno, yo digo que en ese caso es médico, pero me han dicho que va mucho a ese lugar…

 

Normalmente ashley evitaba las conversaciones con Samantha porque hablaba mucho, pero ahora le había dado más curiosidad cómo se estaban dando las cosas.

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