Aunque a últimos años me he vuelto una persona que disfruta de sobremanera el silencio, siempre he disfrutado los espacios sonoros y, para mi fortuna, desde pequeña he sido parte de ellos.
Corría el año de 1998, éramos tres niñas en casa de cuatro, seis y ocho años. Nos aburríamos con facilidad si permanecíamos mucho tiempo en casa y, como es bien sabido, iniciaban las labores de destrucción del hogar. Durante esos años mi padre trabajaba la mayor parte del día y mamá se quedaba en casa con nosotras. Ella siempre ha sido una mujer despierta y curiosa, así que en nuestros primeros años tuvo a bien pasearnos por todos los sitios que nos ofrecieran una posibilidad de experimentación. He aquí uno de los primeros: la radio.
A la radio del centro llegábamos caminando. La dinámica consistía en cantar junto a otros niños alrededor de un hombre que tocaba la guitarra. Subíamos por el elevador y recorríamos varias cabinas antes de llegar a la nuestra. Ese fue mi primer acercamiento al radio. Mamá grababa cada una de nuestras intervenciones en casetes, hecho que más adelante repetiría cuando tiempo después, siendo estudiante de primaria, me incluyeron en una trivia radiofónica de conocimientos generales.
Es fácil perderse entre el ruido. Los gritos y los autos chirriando, los platos cayendo y demás estertores cotidianos. El tiempo pasó y, en la persecución del espacio sonoro que era más bien un refugio. Pasé por una rondalla y también por un coro polifónico. Después, el silencio. Pocas veces imaginé que volvería a tener una relación tan íntima con la sonoridad e incluso, con mi propia voz.
Hace un par de años me encontraba terminando la carrera, iba a clases de francés y tenía mucho tiempo libre. Inicié en una radio pequeña como presentadora de noticias, después pasé a los controles y también a producción. Me equivoqué varias veces, pero fueron más las veces que disfruté la adrenalina de estar frente al micrófono, en ese espacio que era tan mío.
En fin, toda esta historia de mi paso por el mundo sonoro es para recomendar dos favoritos de estos tiempos. El primero de ellos es Vanosonoro (http://vanosonoro.com/ ) una plataforma cuya primicia es la experimentación a partir del sonido y los recuerdos que evoca. El material se encuentra en texto o en audio y es altamente recomendable. Escritores, músicos, productores y curadores participan en este espacio que no se pueden perder. La segunda recomendación es un podcast llamador Modern Love, una producción del New York Times que recopila historias sobre el amor y sus distintas variaciones. Un primer beso, una separación, la inclusión de una mascota que aligeró la depresión en una pareja, los encuentros itinerantes en parejas destinadas a no ser. Debo decir que este podcast me parece una producción que se ha logrado en muchos sentidos: el storytelling funciona, la ambientación, el juego de voces siempre en concordancia con la ruta que quieren trasmitir. Escuchen ambos, amigos, invítenme a hacer podcast o mejor aún, esperen mi proyecto sonoro ? .