“Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.”
Mario Benedetti.
Si tú fueras mujer, ¡oh Dios mío!, qué bonita blasfemia serías, pues no sería ni más ancho ni más bajo el abismo que separa a los amantes en su eterna búsqueda. Si tú fueras mujer, ¡oh Dios mío!, yo te amaría, no por temor al fuego eterno ni por clamor al cielo. No… Yo te amaría por amor, por la voz que clama la redención de los pecados del mundo. Si tú fueses mujer, ¡oh Dios mío!, cada momento del día sería un precioso amanecer. ¡Oh madre bendita!, si tú fueses aquí y ahora un halito fresco de divina providencia, me volvería santo y abandonaría la maldad de los hombres con el único propósito de ser partícipe de tu divina presencia. ¡Oh Dios mío!, si tú fueses mujer, así a la Benedetti, me encantarías así a la Sabines y la tía Chofi sería hija resurrecta de tu Santo Nombre. Si tú fueses mujer, madre bendita, no serías burdo albañil o frio arquitecto, sino que serías artista y el cosmos entero sería tu lienzo de colores. Porque sólo un artista conoce verdaderamente los misterios del mundo, porque sólo un Dios con alma sensible puede hacer del horizonte algo realmente hermoso. ¡Oh Dios mío!, si tú fueses mujer, ya no habría sacerdotes adornados con su divina pederastia. Sino que todo aquel que se precie de ser beato, sería poeta. Porque siento tú, febril primavera, te destiñes en versos y sonetos entonados por los santos. Si tú fueses cosa tan linda, como una mujer, yo te amaría, igual que hoy, igual que siempre, en cada esquina donde lloran los niños que claman por sus madres. Yo te amaría y dormiría en tu regazo… Y no temería más muerte, y la vida no sería más el efímero encuentro con la hoz del verdugo, sino que sería dulce espera, apacible encuentro de un niño que se ha perdido hace tiempo.
Fotografía: María Paola Garrido Barrera (paogarriido)