Para cocinar las alcachofas debemos de ser muy simples y congruentes. Lo mejor de ese manjar se encuentra en su corazón. Para ello se debe desprender hoja por hoja, hasta llegar a lo habitable, con un sabor incalculable. Seguramente esta metáfora también se replica con las personas; pues conociéndose, hoja tras hoja, se descubre lo mejor: el corazón en carne viva.
En el amor, como en las alcachofas, lo importante es la calidad de los ingredientes: el tiempo y la dedicación, ya la puso el agricultor; para que usted sólo disfrute de lo mejor. Cuando decida cocinarlas, hágalo en un fogón. Deje al fuego devorar cada una de sus hojas, será suficiente el calor que, al abrirlas, el corazón se quedará intacto.
Al corazón hay que sazonarlo: ponga mantequilla, pimienta, y sal. Disfrute y sobretodo ame, aunque sea en silencio, aunque sea a la distancia.