Doce apuntes sobre Cuaderno de Curarse por Gabriela Cano

  1. Hace unos días, encontré la palabra fe, escrita en un trozo de papel, tirada en la calle. Luego empecé el libro de Rosario Loperena: <cómo recuperar el aliento para que el corazón se quede en posición fetal>. La pregunta está arrojada.

 

  1. Rezar, pero a quién o a qué.

 

A un mazapán: <Acepto que mi existencia ahora es de material mazapán>

 

A un pomelo: <Pensar en un pomelo/ Pensar en un pomelo / Pensar en unpomelo>.

 

En el libro hay una constante repetición, una que alberga la malhecha realidad real.

 

 

  1. Rezar a quién o cómo. Ya no me acuerdo de las oraciones que sabía de niña. Me acuerdo cuánto me extrañaba hablar con Dios porque era como un señor y yo no. A las personas adultas siempre tenía que hablarles con una distancia disfrazada de respeto. Cómo se supone debía contarle que me había roto el brazo cuando me salí a jugar sin permiso. Loperena también interpela: <Me molesta que María se haya prestado a oprimir a otras mujeres. Ella no ha querido aceptar su machismo y rompimos relaciones hace años>.

 

  1.  Dentro del libro, se esconde una charla imaginada u ocurrida con Yoko Ono, su autenticidad es trágica, en el espacio de la escritura viene a cuestionarnos:  <Qué hicieron todos esos héroes, qué hicieron las mujeres, los guerreros, las embarazadas, las iluminadas, los revolucionarios, cuando tuvieron ganas de morirse>.  Y entonces a su lado está la imagen de un teléfono: llamar y qué nada te responda o qué lo haga el Tu tu tú de la máquina contestadora o lo sentimos el número que usted marcó no existe.

 

  1. Apenas llevo una página del libro.

 

  1. El libro de Loperena me pide que sea un bosque. Las formas de configuración al yo, sus encarnaciones, se ligan con la ficción, es decir, con ese extraño acontecimiento del lenguaje generador de modos de ser de las palabras y el sujeto: <Me hice un bosque / junté todo mi follaje / en lo frondoso me guardo … Que sea falso lo redondo del planeta/ que pueda ser atravesado a pie y descalza / para caer luego al abismo donde acaba… gritan mis varios animales>.

 

  1.  Los cuadernos reciben fragmentos de cosas, actos o historias. Responden a un método, es posible, suerte de guión que da sentido a lo anotado, no porque lo tenga. Loperena, cruza ese umbral: <Life is a mistery. Everyone must stand alone / cuántas veces he muerto/ mis fantasmas con su gospel desafiando me llaman por mi nombre / and It feels like home>.

 

  1. Hay una ventana en la página 16.

Se puede ver una fotografía y pensar que uno la tomó pero que no lo recuerda. Tampoco sé si Loperena construyó la imagen.

 

  1.  Empiezo a creer que las fotos, de alguna manera, sirven como un esqueleto visible de la escritura. Hay una de un globo de helio, después viene un poema sobre los pliegues de la carne. Ignoraba que el cuerpo podía pensarse así. El libro tiene eso: <Hurgar entre los pliegues de la carne / encontrar un trozo de dolor incrustado / atarlo a una docena de globos de helio / doce globos plateados elevan una bala que guarda el peso negro del fondo de un cuerpo / verlos desaparecer entre las nubes>.

 

  1. El libro es una suerte de ars poética. Loperena señala las cosas que ocurren en globosritura más allá de las palabras. Por ejemplo, estar frente a uno mismo preguntándose algo como a una expendedora de chicles, sentirse en un loop, buscar como hablar: <Hablar de uno mismo es hacerse un doble miniatura/ prender una linterna y meterse adentro de la boca .. Tremular>.

 

  1. Volví a la portada del libro. Pensé en las situaciones en que he sentido que podía sumergir mi cabeza en un plato de cereal. Ahogar ahí lo negro, lo oscuro, todo. Irasema Fernández lo dibuja: a través de constelaciones, cactus. En el libro los trazos no son simples paratextos. Qué hace la palabra cuando adquiere forma. Me respondo brevemente: mostrar lo que es.

 

  1. Se habla y, algunas veces, se habita el lenguaje y aún más el ser. En el libro de Loperena para eso sirve la poesía: es un hogar. No de catálogo, ni de serie de televisión. Un hogar con sus horas apiladas, la tristeza que se le contagia al perro y trapear el piso acompañada de mantras: <Todo lo que digas hoy fue dicho antes / Todo lo que estás viviendo hoy fue hecho antes y se repetirá hasta cuando tú quieras>.

 

 

Imagen de Cristal Galindo

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