Esta noche los demonios fueron ángeles. por A.G. Cabrera

Un joven yace,

su belleza exhausta cae rendida;

los sueños se le murieron 

con las incitaciones de la madrugada, 

su rostro, hermoso, aún sonríe.

 

 

Yo lo observo,

me recuesto en el abismo de sus ojos junkies.

 

 

Un ángel cae, lo besa;

con una lágrima a cuestas

y los despojos de sus alas, 

hace su última obra divina, 

lo recuesta con el cobijo de sus restos.

Un suspiro, todo es humo, 

               

           es 

        o       h

     d             u

  o                   m

t                          o …

 

 

La serpiente en esta tentación,

no requirió palabras embaucadoras,

ni siquiera timó el albedrió;

el engaño fue mutuo.

Nos descubrimos áspides,

de verdad desnuda

de consecuencias certeras

de placeres deseados,

nos arrastramos a la verga

aferrados a los lindes de la libertad.

 

 

Otro ángel, inocente,

expulsado y perseguido,

a culpa impuesta por sus deseos; 

en su ingenua transgresión,

ha desnudado en estas sábanas

otro pretexto para la tempestad,

la embestida de su sierpe es un diluvio.

 

t                        

  o                  

     d            

        o      

           se 

                h

                   u

                      n

                         d

                            e…

 

Yo lo observo, 

me ahogo en la midriasis de sus ojos junkies.

 

 

El despunte del albor acabó la transgresión;

un tenue púrpura abrazó sus párpados,

con palabras de los vivos muertos

anunció su despedida.

 

 

Su rostro donoso, transparente, seráfico, 

 

l       v       d   

    í        í        o

 

vuelve a su calma desintoxicada,

se confunde con el resplandor del amanecer;

un sutil frío murmura una despedida.

 

Esta noche los demonios fueron ángeles,

se marchan sin revelar sus nombres.

 

 

 

Para Rojito, 

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