Un joven yace,
su belleza exhausta cae rendida;
los sueños se le murieron
con las incitaciones de la madrugada,
su rostro, hermoso, aún sonríe.
Yo lo observo,
me recuesto en el abismo de sus ojos junkies.
Un ángel cae, lo besa;
con una lágrima a cuestas
y los despojos de sus alas,
hace su última obra divina,
lo recuesta con el cobijo de sus restos.
Un suspiro, todo es humo,
es
o h
d u
o m
t o …
La serpiente en esta tentación,
no requirió palabras embaucadoras,
ni siquiera timó el albedrió;
el engaño fue mutuo.
Nos descubrimos áspides,
de verdad desnuda
de consecuencias certeras
de placeres deseados,
nos arrastramos a la verga
aferrados a los lindes de la libertad.
Otro ángel, inocente,
expulsado y perseguido,
a culpa impuesta por sus deseos;
en su ingenua transgresión,
ha desnudado en estas sábanas
otro pretexto para la tempestad,
la embestida de su sierpe es un diluvio.
t
o
d
o
se
h
u
n
d
e…
Yo lo observo,
me ahogo en la midriasis de sus ojos junkies.
El despunte del albor acabó la transgresión;
un tenue púrpura abrazó sus párpados,
con palabras de los vivos muertos
anunció su despedida.
Su rostro donoso, transparente, seráfico,
l v d
í í o
vuelve a su calma desintoxicada,
se confunde con el resplandor del amanecer;
un sutil frío murmura una despedida.
Esta noche los demonios fueron ángeles,
se marchan sin revelar sus nombres.
Para Rojito,
donde el alba lo encuentre