¿Futuro a pedales? por Ricardo Yépez

/

El auto ya era obsoleto como vehículo personal desde su invención, aunque como herramienta de presunción y de prótesis de autoestima sexual siga en boga. En realidad, el automóvil surge para sustituir otros transportes tirados por animales en grandes desplazamientos y hoy en día es lo óptimo para ciertos usos, aunque actualmente se encienda hasta para ir a comprar una «bebida deportiva» a la tienda más cercana.

A pesar de lo anterior, el coche mantiene su idoneidad como transporte familiar en distancias cortas y con mayor razón en desplazamientos prolongados.

La industria automotriz, por obvias razones no muestra mucho interés en desarrollar modelos personales inspirados en la bicicleta; el precio de venta de sus armatostes voluminosos, estorbosos, contaminantes y poco prácticos genera más ganancias que transportes más ligeros, con menos ingeniería y gasto en materias primas podría generar, y aunque vender una unidad para cada miembro de la familia resultase más redituable, se mantendrían en el supuesto de que sería mejor vender carros en vez de unidades a motor cuyo diseño sea más cercano a la «bici».

Aunque el Reporte de prioridades para ciudades inteligentes luego de revisar los inconvenientes de la proliferación de autos en las ciudades, donde el tráfico hace imposible que los vehículos alcancen velocidades promedio de 15 km/h, por ejemplo, concluye que para optimizar la movilidad urbana sostenible se debe dar prioridad al transporte público, los políticos de todos los gobiernos siguen dando prioridad a acuerdos con automotrices a base de combustibles fósiles o incluso quien busca darse un baño de inteligencia con las nuevas tecnologías se apega a opciones muy distantes de ser las óptimas.

A pesar de que son variadas las opciones disponibles diseñadas a partir de la bicicleta para convertirse en el nuevo vehículo personal, son los coches quienes ganan las inversiones y apoyos gubernamentales, incluso desde la misma infraestructura en las ciudades para su tránsito. Basta con salir a caminar para notar que ni los peatones tienen derechos en las calles.

Tan sólo la unam tiene varios prototipos, y algunos se han llevado premios internacionales; pero está el público preparado para ellos. En primer lugar, la objeción que pondrían el sector más ecofriendly es que la bicicleta ya es el diseño ideal para los desplazamientos urbanos; sin embargo el público en general prefiere evitar el agotamiento y confort contra las inclemencias, además de que no hay que olvidar la seguridad.

Pero todos estos factores no vuelven imprescindible el auto, sino la inversión y desarrollo de alternativas surgidas de bicicletas y otros de menor volumen.

Historia Anterior

Hablar de José José por José Luis Zorrilla Sánchez

Siguiente Historia

Sinhue: De la confrontación al titubeo por Jairo González