Este día en el Teatro Juárez es especial. Es un gusto poder apreciar un evento de música contemporánea tras una larga agenda de música clásica, y más cuando se trata del tipo de composiciones cuya armonía atiende a direcciones distintas a las habituales para orquesta hasta nuestros días. No son pocos los que han asistido para salir de su zona de confort y prestarse a escuchar esta propuesta.
El sonido inicial se recarga en los instrumentos de cuerda; como gotas, algunas notas de un instrumento similar al vibráfono salpican sobre la melodía. Se percibe un tecleo, el ruido de la interferencia en la señal y acordes atonales que nos transmiten con cuidada indiscreción el sonido común de los aparatos que solíamos usar en otras épocas: teléfonos, máquinas de escribir, computadoras, televisores y radio, incluso el tic-tac sutil de algún reloj.
La segunda pieza se recarga sobre instrumentos de viento: variedades de flautas más un saxofón. Esta parece más consecutiva a ratos; cuando las flautas dibujan con su ruido, algo nos recuerda a la música alegre del siglo XVIII, con sus florituras y todo, solo que a momentos estas se vuelven inquietantes para difuminarse en las percusiones de una batería moderna.
Todas las piezas terminan de manera casi abrupta. Debe reconocerse que no es el espectáculo más amigable para quienes gustan de las armonías clásicas. Luego de la cuarta canción, varias personas abandonan la sala.
Se hace una lectura de un texto que habla sobre la arqueología del teléfono. Después, un contrabajo marca la pauta de la siguiente pieza y, aunque un violín y una viola hacen intentos por contestarlo, son los acordes del contrabajo los que prevalecen. Se suman unos ocasionales ringtones que el percusionista emula. Luego, entre la espesura de sonidos, se alcanza a distinguir el mismo ruido de una llamada en espera. La obra va cobrando su propia ‘melodicidad’, por llamarlo de alguna forma. Es una clara referencia a un teléfono, se percibe incluso el sonido de un tecleo.
Es novedoso e importante que la música se preocupe por recoger sonidos propios de nuestro tiempo, que se permita experimentar con ellos, pues en sus resultados atonales, extraños e incluso inquietantes puede apreciarse un retrato sonoro de nuestros días.
Al concluir, algunas de las personas que permanecieron en el recinto se quejan. Espero, en verdad, que esto no signifique el cese de este tipo de eventos, pues las vanguardias también merecen un lugar en la larga agenda musical del Festival Internacional Cervantino.
Doppo Nono
Ensamble CEPROMUSIC
24 de octubre de 2024
Teatro Juárez