14 de marzo de 2015
Cada que pienso en la palabra “sueños” pienso inmediatamente en dormir y despertar, en la interpretación de imágenes que en su sucesión resultan ambiguas y que sólo durmiendo poseen una verdadera significación y sentido. Si pienso en “sueños” pienso en dos estados de realidad que no sé si necesariamente se oponen, se complementan, se entrelazan o simplemente se mantienen paralelos; dos estados de realidad: lo oculto y lo visible. Si pienso en sueños a veces también pienso en anhelos, y pienso también que siempre hay algo oculto en la gran manifestación de un deseo y el deseo termina siendo una máscara: lo que apenas se vislumbra de algo más profundo. Si pienso en sueños pienso en lo más determinante que pueda existir, es la parte funestamente incontrolable del humano porque hay quien dice que los sueños están ahí aunque se olviden.
Entonces pienso que soñar al dormir y soñar al anhelar se transforman en un sólo estado: el de buscar algo aunque no se quiera buscar, el desdoblamiento del humano entre lo que es y lo que podría ser. ¿Cómo saber qué somos y qué podríamos ser? Sabemos lo que no somos porque anhelamos lo que no tenemos; no estamos seguros de lo que somos ahora porque no existe presente perpetuo, así que… después de todo quedamos en medio de un incómodo vacío.
Si queremos complicar la fórmula, hablemos de libertad. La decisión o la no decisión, el meollo de la angustia sartreana, la contraposición del destino. Libertad es conocimiento de opciones, de opciones cuyo origen desconocemos. Si conociéramos todas las opciones entre las que pudiéramos decidir, nuestra cabeza volaría. La libertad termina siendo un contrato social, y por tanto, una ilusión de realidad: las opciones ya están dadas. Entonces hemos de intentar zafarnos de lo predeterminado y pensamos la libertad como una naturaleza animal. Volar significaría ser libres, nadar mares enteros significaría ser libres, correr como guepardo significaría ser libres. El libre albedrío se anula y la carencia de conciencia toma su lugar. La libertad termina siendo todo aquello que no poseemos, y por tanto, quizá, un sueño, un anhelo.
Relatos sobre Sueños de libertad es lo que el Colectivo Replay Tequila nos ha contado con su puesta en escena el pasado jueves 12 de marzo de 2015 en el Teatro Principal. Con una iluminación sencilla que oscilaba entre ambientes azules, rojos y especiales en ámbar, en medio de dos bancas de jardín y una fuente meramente ornamental que acompañaba a los músicos, dos personajes nos van contando cómo la libertad que creyeron tener en algún momento, se vio mermada por las imposiciones de lo que socialmente resulta más funcional e incluso para ellos mismos termina siendo la salida fácil.
Sueños de libertad, dirigida por Charly Perera (Mérida, Yucatán), se enmarca en la temática de la diversidad sexual sin pretender con ello dar al público el estereotipo ya mil veces masticado y caricaturizado que se tiene principalmente de la homosexualidad: hombres exageradamente afeminados, bufones, o mujeres “machorras”, logrando con ello un acercamiento a personas más allegadas a nuestra cotidianidad. Si bien las actuaciones y la caracterización no fueron lo relevante del montaje, sí lo fue el discurso. Un texto escrito por el mismo Charly Perera que nos habla de una búsqueda casi inalcanzable de toda una vida que se desea tener y termina siendo un poco más detestable de lo que se hubiera podido imaginar.