Un sentimiento sin límite. De la poesía de Aleqs Garrigóz por Alejandro Abracxas

Aleqs Garrigóz, periodista, maestro, pero sobre todo poeta maldito, sin duda ha logrado cautivar y hacer presa no sólo a sus lectores, si no a quien le conoce cómo persona, con un halo de inocencia sufrida e irreparable, quejoso, sabio en los juegos de los sentimientos. Ha logrado que quien solo escucha su nombre se le resbalen las lágrimas o se les quiebre la voz, cómo en esa parada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2017 en el stand de Fondo Guanajuato, cuando conversaba con sus impresores y editores acerca de su poesía.

Crudo, melancólico, con un dolor casi predecible, como él mismo: las dos caras de su más reciente poesía, los libros Los hermosos ausentes (2016) y Galería del sueño (2018) donde nos muestra, por medio del simbolismo, el alma sensible y terrible, llena de datos y anécdotas oscuros, vicios y amores imposibles, a veces inmoral, otras dulce. Si la poesía pudiera definirse, la poesía de Garrigóz entraría en la categoría de “indefinible” o “pura”. Pura porque simplemente hace que vibre en el corazón:

 

Estás enfermo en el limbo de los poetas

como enfermos están los años

que te miraron crecer inútilmente.

 

Antes de morir, todos deberíamos leer un poema de Garrigóz, un poema con la pureza esencial del verdadero poeta. Sin duda el dolor en su trayectoria lo ha convertido en un vate sagrado, poeta solo comparable a los grandes malditos: Baudelaire, Pizarnik o Villaurrutia, a quienes les ha rendido tributo en Los hermosos ausentes. A continuación, unas preguntas que, para conocerlo mejor le he hecho, y él me ha respondido.

 

¿Cómo sientes el dolor de la humanidad?

A.G. No hay nada que me pese tanto como la conciencia de pertenecer a una especie caída en la desgracia desde que es tal, un monstruo risible, un harapo de divinidad malograda. No sé por qué padezco de una disposición a querer sondear todo lo nubloso de la vida, a frustrarme por lo irreparable, encararme con lo incognoscible y extraviarme divagaciones sin meta ni sentido. No logro conciliarme con la razón, ni con la emoción. Quisiera ser un objeto mecánico de metal o cristal. O una piedra, hermosa, reluciente, sin aristas. Pero he decidido no suicidarme, porque imagino este mundo como una casa de espantos por cuya entrada pagué el costoso precio del nacimiento; y no quiero desperdiciarla. A fin de cuentas, aquí dentro hay algunas cosas que vale, quizá, la pena ver.

En cuanto al prójimo, es casi siempre mi peor enemigo. Por lo que hago la mayor parte de las cosas solo. Pero quizá me alejo del tema principal: lo siento, sobre todo, al despertar; en esas ganas de no levantarme de la cama, imaginando que permanezco en una cómoda tumba. Lo siento en el cansancio rutinario, que no tiene otra explicación que la de estar vivo y ser humano (aunque para alejarme de esa realidad me identifique con una especie de la cual soy el único espécimen, una especie posthumana). Lo siento mucho.

 

¿Cómo te gustaría morir?

A.G: Mis fantasías acerca de cómo idealizo mi muerte han sido superadas por mí mismo como algo adolescente. Actualmente me preocupa más el tema de la vida; cómo hacer para que mis raíces en este mundo no se debiliten y terminen por morir. En mis tiempos mozos, deseaba sensualmente abrirme las venas y caer en una cama blanca y mullida hasta el último sueño. Luego, me atraía la idea del ahorcamiento y el trance sexual que provoca. Ahora mismo podría pensar en una muerte más escéptica. Algo así como la eutanasia con un narcótico intravenoso y potente, pero grato, que ponga una sonrisa de placer en mí antes de entrar al túnel de la muerte. Tengo la sensación de que la muerte será el acontecimiento más importante de mi vida, y, como tal, me gustaría que fuera limpia, estética, indolora. Pero no es que tenga un plan actualmente. Me atraen los espectáculos violentos sólo contemplados en terceros; por lo que morir en un accidente así me espanta. El azar o la divinidad me libren de morir quemado o ahogado en agua.

 

¿En qué momentos te ha dolido la humedad?

A.G: Cuando está en mis huesos y me enfría todo y me enferma y abate. Estar resfriado es una de las sensaciones más incómodas que conozco. Si bien es cierto que concibo al resfriado como un estado poético, prefiero siempre huir de él como pueda.

 

¿Qué día has deseado vivir con todas tus fuerzas?

A.G: Constantemente quisiera saber cómo desechar esta pesadumbre existencial que me cargo y entregarme a la dicha con la misma valentía con la que se decide morir. Pero, mirándolo bien, este rutinario esfuerzo por mantenerme a flote y no ahogarme en mí mismo es un vivir con todas mis fuerzas…

 

¿Cuáles son los ojos más bellos que has visto?

A.G: Esos ojos que me miran acercándome a ellos con deseo, y se cierran para para recibir mis besos… o se mantienen abiertos para contemplar ese choque violento que supone todo encuentro carnal con otro. Esos ojos que me hospedan y me dejan vivir en ellos, como en un orfanatorio o un hospital.

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