Todos estuvimos muy atentos a la discusión llevada a cabo ante la SCJN el 29 de Julio de este año, se revisaba si el Congreso local de Veracruz había tenido una omisión legislativa al mantener el aborto tipificado como delito en cualquier semana de la gestación, establecer un margen de 90 días para practicarlo en caso de violación y no contemplar la causal salud. La Corte resolvió que no había omisión legislativa pues el Congreso sí ha legislado sobre el tema, en sentido negativo al reconocimiento de los derechos reproductivos de las mujeres, pero sí ha legislado. Y hasta ahí se quedo la postura de la SCJN, sin pronunciamiento en cuanto al tema de FONDO, es decir, sin posicionarse a favor o en contra de la despenalización del aborto y sí rechazando el proyecto en FORMA, pues el congreso sí ha legislado. En los siguientes días un ministro distinto al que originalmente propuso el proyecto presentará uno nuevo y el tema será discutido de nuevo, esto en un plazo indefinido, pues la ley no lo especifica.
Esta discusión resultó en mil abogadas y abogados explicando lo que había pasado, mil más agradeciendo que “se defiende la vida”, opiniones por todos lados.
Yo rescato 3 puntos de toda la discusión y que me llevan a un análisis desde afuera y estos son:
Lo innecesariamente complicado de los procesos judiciales. Al buscar el plazo que tiene la corte para presentar el nuevo proyecto consulté y revisé por todos lados, para encontrar que no está estipulado, así que aquí seguiremos esperando hasta que los ministros lo consideren pertinente.
Lo profundamente elitista que es poder entender y atender las discusiones de la corte. Éstas deberían ser un proceso accesible para la mayoría de los Mexicanos, pero se desarrollan en lenguajes técnicos indescifrables que necesitan después explicaciones en un lenguaje un poquito menos técnicos y en este proceso de traducción se distorsiona y se pierden elementos importantes de la discusión.
Y, por último, la poca, casi nula voluntad política que tienen los poderes del país para tomar una postura firme y definida sobre los derechos reproductivos de las mujeres. Seguramente en este punto muchas lectores ya están tecleando en los comentarios “pero la corte no puede tener voluntad política”, pero esto es completamente falso, puede tener y la tiene. Toda discusión que contemple derechos de las minorías y una posición que se contraponga al orden actual tiene una voluntad política. Nada es apolítico.
En este sentido la Corte dejó ver de manera muy clara su falta de voluntad, pues defender los derechos reproductivos de las mujeres no es simplemente pronunciarse por las formas y no por el fondo, sino defenderlos aun contemplando los riesgos y pasiones que esto pueda conllevar. El ministro Pardo hizo un intento de defender que su postura no era sobre el aborto sino que no emitía “ninguna consideración sobre el tema” lo cual, desde la postura en la que escribo, es casi peor a decir que “defiende la vida” la lucha por la despenalización del aborto lleva años articulándose, a muchas activistas feministas les cuesta amenazas diarias de muerte, a muchas mujeres que se practican un aborto les causa un estigma social enorme y a muchas otras les cuesta la vida. El no pronunciarse es una falta de consideración a todos los años de lucha y mientras no haya una postura clara en favor de las mujeres, la corte seguirá teniendo un corte profundamente machista. A medias tintas nada, mucho menos el reconocimiento de nuestros derechos reproductivos.
Todavía falta un poco en la discusión y tal vez la nueva resolución cambie de sentido, para esto tendremos que estar especialmente atentas y atentos a la tarea del ministro que presentará el nuevo proyecto, para que no mantenga el tema en una incubadora eterna -como están acostumbrados a hacerlo los congresos locales- y para que sea presentado de manera tal que los derechos de las mujeres no se vean limitados por tecnicismos.