De la perfección y la frialdad por Marleen Velázquez

Danza~ UNA COMUNIDAD AL CERVANTINO  Guangdong Modern Dance Company Más allá

Guangdong Modern Dance Company
Más allá de la caligrafía
Teatro del Estado
20 y 21 de octubre

La entrada del Auditorio del Estado (que en realidad es teatro y algunos letreros viales ya comienzan a señalarlo) estaba abarrotada de gente ansiosa por ya sentarse en sus respectivos asientos. ¿Hay entrada para prensa? ¿Uno debe colarse en las filas como viles desconsiderados? ¿O uno simplemente debe formarse y esperar? Antes de entrar a la función de Más allá de la caligrafía muchos del equipo de prensa se metieron en la fila de la gente de la tercera edad, en mi cabeza no pude más que ver todo de una manera más exagerada e imaginar que los reporteros aventaban viejitos por aquí y por allá, todo por entrar al recinto donde de todas formas las butacas ya están numeradas.

Más allá de la caligrafía de la Guangdong Modern Dance Company era uno de los eventos que más curiosidad me provocaba (además de Werther, la cual lamentablemente fue cancelada). Hay una sed cada vez más insaciable de presenciar obras que me vuelen la cabeza y que me muestren aquello que jamás se me hubiera ocurrido pensar. Y, aun así, siempre trato de hacer un tremendo esfuerzo por ir a las funciones sin demasiadas expectativas.

Pues bien, la obra comienza mostrando una serie de ideogramas chinos proyectados al fondo del escenario, ello anuncia y refuerza el hecho de que uno está por ver bailarines haciendo trazos caligráficos con sus cuerpos. Y, sin más ni menos, eso es lo que se revela: una técnica dancística perfectamente pulida que permite hacer una escritura precisa, a ratos tajante, a ratos ligera, de diferentes expresiones de la caligrafía china.

La puesta en escena está compuesta de dos partes: Upon Calligraphy e Ink Wash Landscape. Sobre la primera puedo decir que, sin conocer el idioma, uno puede apreciar la transformación del bailarín en pincelada; el vestuario, que era diferente para cada pieza, expresa los tonos de las tintas y sutiles movimientos de las extremidades nos dejan ver las líneas que rematan los trazos, remates que le dan la belleza y el sentido más característico a la caligrafía tradicional, lo que demuestra que la coreografía (a cargo de Liu Qi) se realizó haciendo un estudio profundamente minucioso sobre el movimiento dancístico y la escritura. Una muy destacable iluminación (diseñada por Goh Boon Ann) crea los lienzos que delimitan los trazos y la escenificación se convierte en un constante vaivén de pinceles y tinta.

La segunda parte se revela como algo más pulcro en el sentido de que es el blanco lo que predomina en los vestuarios y en la iluminación. Se introducen paisajes naturales proyectados en un fondo fragmentado, desde donde a veces aparecen los bailarines con completa parsimonia, para eventual y lentamente juntarse con el resto de sus compañeros y crear figuras que remiten a la pintura de tinta de agua.

Es un montaje bello, de eso no hay duda. Liu Qi nos ha traído, a través de una compleja investigación corporal, el arte milenario de la caligrafía china. Pero, ¿qué es lo bello sin conmoción y sin ese agitarse por lo presenciado? Pura perfección fría.

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