En la quietud, surgió una oración que se elevó hasta perderse en el amplio cielo, en todas las orillas y en los cuantiosos oídos que escucharon y asintieron:
Con la bendición […] aquí está su hija pidiéndoles la bendición a todas las orillas y, en especial, a mi madre […] para que con sus aguas nos libre […] para que nos libre del ayer, de malas situaciones, dificultades en el camino, malos ojos y malos pensamientos y, asimismo, nos traiga salud, prosperidad, suerte, desenvolvimiento, felicidad, paz, amor, tranquilidad espiritual, a mí, a mi familia, a toda mi orquesta, a este pueblo de México y a mi Cuba, a Che… a Che… a Che…
Así dieron inicio al desafiante concierto La Reyna y la Real, como dos peleadoras que, antes de subir al cuadrilátero, se protegen del inminente enfrentamiento y del daño que este conlleva. Salieron al escenario con largas y oscuras cabelleras, vigorosos movimientos y formidables voces, cual viudas negras vestidas de llamativos colores que advierten su presencia; sin embargo, este aposematismo no reside en el veneno, sino en su lenguaje.
De pie, inamovibles, expresaron estar listas para cualquiera que las quiera retar: “por si las moscas, nosotras estamos siempre preparadas” y en la escena están ellas acompañadas por su orquesta nadie más. ¿A quién retan?, ¿dónde está el contrincante?, ¿por qué pelean? No hay que esperar demasiado para dar respuesta a las interrogantes; la propuesta del concierto fue clara y precisa: reclamar y promover la participación femenina en las manifestaciones artísticas. Ellas pisaron el escenario para contribuir al logro de un cambio en las ideas de género, demostrar no sólo que pueden, sino que ya lo están haciendo. Su lucha y su estandarte es el rap, la voz de las mujeres que cantan, que riman. Reyna Hernández y Yadira Pintado (La Reyna y La Real) levantan su bandera, la ondean vertiginosamente y la clavan en lo alto para demostrar que es posible reinar en una categoría usualmente liderada por hombres.
La orquesta trajo el sonido del jazz y del soul mezclados con el rap y con el inmanente ritmo cubano de las artistas. En la gradería, las mujeres que presenciaron el espectáculo se levantaron para bailar y cantar junto a ellas, donde —según los ojos de este espectador— fue evidente el vínculo de hermandad entre las mujeres al pelear por la misma causa y bajo el mismo estandarte violeta justo en la locación (Alhóndiga) donde no hace mucho se han reunido para protestar y manifestar su descontento.
Que se queme el arroz es el nombre del concierto del domingo 17 de octubre en la 49a edición del Festival Internacional Cervantino, en el cual se expresó, a partir de las experiencias de las propias cantantes, el hartazgo de las mujeres por ser ellas quienes cargan con la responsabilidad de las labores domésticas y cuya finalidad es desdibujar la línea divisoria entre los roles de género no sólo en la sociedad cubana, sino en todo el mundo, “pues “si no está la mujer para quitar el arroz del fuego, de seguro se quemará”.
La Reyna y La Real
Que se queme el arroz
17 de octubre de 2021
Explanada de la Alhóndiga
Fotografía: Naza PF (cortesía FIC)