Sin alma,
sin eco,
los dos amantes
buscan su reflejo;
caminan entre espejos
con hambre de reflejo.
Se gastan la mirada
entregándose a espejismos,
gastan sus labios
engañados por el beso.
Corren, se dan prisa,
luchan contra
la fugacidad del tiempo.
No se cansan de llorar,
benditos amantes,
no se cansan de morir.
No se cansan de buscar,
malditos amantes,
no se cansan de sufrir.
Sin rostro
sin corazón,
los dos amantes
luchan entre sí;
se miran y suspiran
devorándose entre sí.
Se gastan la piel
cada noche estrellada.
gastan sus palabras
nada más porque sí.
Vuelan, se levantan,
valientes,
combatiendo frente
al despiadado viento.
No dejan de soñar,
necios amantes,
no dejan de reír.
No dejan de amar,
fatídicos amantes,
no dejan de vivir