Hay una piel que no es mía,
morena de mi corazón,
que me cubre de recuerdos
este triste corazón.
Hay unos brazos delgados,
manos finas,
dedos pequeños,
que me abrazaron un octubre
y con cariño acariciaron
el sentimiento que era mío
y el suyo me lo entregaron.
Hay unos ojos que no olvido
pues se metieron muy adentro,
tan oscuros que confundía
su brillo con un par de estrellas
en medio del universo.
Hay unos labios traviesos
que me robaron un par de besos,
que hidrataron la sequía que abundaba
en mi vida, labios suaves y frescos
cual fresa partida, exquisitos al rozarlos,
deliciosos al probarlos.
Hay una chica perdida de mi vista
mas no del pensamiento,
un cuerpo pequeño con perfecta anatomía
al que el mío se abrazaba en cada encuentro,
al que mis brazos se aferraban antes del retiro
que suponía no volver a vernos
hasta que el capricho del destino
quisiera cruzarnos y vernos completos.
¿Quién es ella?
Uno de mis poemas incompletos.