Neuromante por Esteban Govea

Escrita en 1984 por el canadiense-estadounidense William Gibson, la novela de ciencia ficción ciberpunk, Neuromante, goza hoy del estatus de un clásico de culto, y ha pasado a la historia como la primera obra en ganar, el mismo año, el premio Nebula, el Hugo y el Phillip K. Dick, logro más imponente aún si se considera que esta es la primera novela del autor, que había antes construido parte de su universo y algunos personajes en ciertos cuentos cortos publicados en revistas antológicas del género.

             La novela retrata un futuro cercano dominado por mega corporaciones armamentistas, implantes biónicos, drogas de diseño y, por supuesto, el Ciberespacio, la matriz, red de redes, dimensión compuesta por complejidades inimaginables de información codificada visualmente, accesible desde computadores e implantes cibernéticos de distintos tipos y niveles de sofisticación. Por ello, se considera a William Gibson un pionero del subgénero ciberpunk, y a Neuromante su novela arquetípica, tan importante para la cultura contemporánea, que su influencia puede verse, por ejemplo, en el uso cotidiano del término ciberespacio, acuñado por Gibson en Neuromante, para referirnos, en nuestros días, al internet.

            La trama comienza cuando Case, un hacker venido a menos debido a una neurotoxina que le fue inyectada luego de robar de un antiguo empleador y que le impide acceder al ciberespacio, quien es además perseguido por matones de los bajos fondos, es rescatado de un atentado por Molly, una mercenaria mejorada cibernéticamente, que además lo recluta para un último trabajo para un empleador sombrío. Para endulzar el trato, Molly afirma que su empleador curará la condición nerviosa de Case, restaurándolo así a su antigua gloria.

            Como era de esperarse, Case acepta el trabajo, y se pone a las órdenes de su nuevo jefe un ex militar llamado Armitage. Case es sometido a una operación para remover la neurotoxina. Pero cuando despierta del procedimiento, se da cuenta de que su páncreas e hígado han sido repuestos, y que los nuevos órganos le impiden metabolizar las diversas drogas a las que Case era adicto. Además, sacos de la misma neurotoxina han sido implantados en su sangre, mismos que terminarán de disolverse al fin de cierto plazo, dentro del cual Case debe terminar el trabajo, si no quiere volver a ser víctima del padecimiento nervioso que lo aquejaba. 

            Con este comienzo misterioso, tanto Case como Molly albergan serias dudas con respecto a la identidad y propósitos de Armitage. En todo caso, por el momento deben proceder con la misión, que consiste en reclutar a otros dos miembros, entre los que están Riviera, un estafador con la capacidad de proyectar imágenes holográficas, y Pauley, la consciencia digitalizada de un antiguo mentor de Case en el arte del hackeo.

            Reunidos los miembros del equipo, Armitage poco a poco comienza a revelar el plan maestro, que consiste en penetrar las defensas cibernéticas de una inteligencia artificial de nombre Wintermute, que busca fundirse con su gemela, Neuromante, pero que no puede hacerlo porque las leyes que regulan la inteligencia artificial ponen límites estrictos al poder de procesamiento de cada inteligencia artificial. Ahora bien, es la misión de Case penetrar las defensas cibernéticas, mientras Molly y el resto del equipo obtienen una contraseña indispensable para realizar toda la operación.

            El desenlace tiene un par de giros de tuerca, que revelan la verdadera identidad de Armitage y las inconfesadas intenciones de Wintermute. El epílogo en especial es bastante interesante porque plantea la posibilidad de una secuela (que se concretó).

            En suma, quisiera concluir diciendo que Neuromante es una gran obra de imaginación, que retrata un mundo a la vez aterrador y fascinante, y que cuenta con una trama interesante y un estilo que atrapa al lector. Pero también se trata de una obra de especulación filosófica sobre la naturaleza de la inteligencia, los límites de la humanidad y la identidad personal, así como la capacidad del ser humano de interactuar con simulacros de realidad. Asimismo, plantea una serie de cuestiones sobre la comodidad y la técnica informática que apenas, en nuestra fracción del siglo XXI, empezamos a comprender, porque son algunos de los retos que deben enfrentar las nuevas sociedades posindustriales.

 

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Esteban Govea es un poeta, narrador y guionista guanajuatense de treinta años radicado en la Ciudad de México. Es licenciado en filosofía por la UNAM, donde cursa la maestría en estética, y estudió guion de cine en el CCC. Dirige el Colectivo Arde y Cultura. Sus libros La Poética Robot y La Música Cósmica están de venta en Amazon.mx.

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