Usualmente la calidad de una trilogía alcanza la gloria con la segunda película y la tercera entrega de la saga deja mucho que desear; es realmente extraño el caso donde las tres películas tienen una calidad similar y constante. Star Trek: Sin Límites es uno de estos raros casos. Tal vez no es la mejor de la saga pero se siente igual de entretenida y con la misma calidad que la primera película del reboot y casi alcanza a Star Trek: En la Oscuridad.
Compitiendo con Star Wars y Doctor Who, Star Trek es una de las franquicias de ciencia ficción más queridas y veteranas, por ello que la saga tiene millones de seguidores y fans alrededor del mundo. Cuando el actor Leonard Nimoy falleció el año pasado, significó un duro golpe para todos los que habían crecido con su personaje del señor Spock en la saga. Un detalle que me pareció espectacular de la película fue un explorar estos sentimientos encontrados de una antorcha que pasa a la nueva generación que comienza cuando le comunican al Sr. Spock en la película que su contraparte del futuro de un universo alterno ha fallecido en este extraño y diferente presente; pasa por muchas referencias a la serie clásica y al fandom mismo, y termina con una foto de la tripulación, y el cast, de la serie original. Dicho esto, la película tiene un sentimiento extraño de clausura; se siente como si fuera la última de la saga, aunque el estudio no haya dado palabra al respecto.
“Sin Límites” comienza dos años después de En La Oscuridad, después que la nave Enterprise partiera en una misión de cinco años para explorar los territorios más alejados de la federación. Esta experiencia de navegar sin parar por la enormidad del cosmos deja al Capitán Kirk (Chris Pine) con un dilema emocional sobre su lugar en la flota de la Federación y sobre su lugar mismo en el universo y hacia dónde quiere ir con su vida. Al mismo tiempo, la noticia de la muerte del embajador Spock (Leonard Nimoy), deja al Sr. Spock (Zachary Quinto) en un estado similar de shock e incertidumbre.
Kirk siempre ha sentido que vive bajo la sombra del heroísmo de su padre, quien se sacrificó junto con su nave para salvar la vida de su hijo, su esposa y toda su tripulación. Por ello que cuando surge una nueva oportunidad de ayudar no duda en entrar a la acción. Sin embargo, dicha oportunidad ésta vez resulta ser una trampa para atraer al Enterprise a un planeta gobernado por el misterioso Krall (Idris Elba), que de la manera más cliché del cine, busca venganza contra la federación porque le fallaron alguna vez.
Uno de los detalles más agradables de la película es que este personaje altamente cliché, no sufre el típico cambio de fe en el clímax de la situación y decide ayudar al héroe al puro estilo Dr. Octopus en Spider-man 2, sino que se mantiene firme a sus ideales y su objetivo de destruir todo a su paso.
Con una mezcla de comedia sutil y acción impresionante, el cast que incluye a la teniente Uhura (Zoe Saldaña), Scotty (Simon Pegg, que normalmente vemos en comedias) y al doctor “Bones” McCoy (Karl Urban) nos da una excelente y disfrutable química en pantalla que pocos elencos gozan. Elenco dirigidos por Justin Lin, enfocado más a películas de acción, y producida por J. J. Abrams nos sigue demostrando que la ciencia ficción es lo suyo.
En cuanto al soundtrack del filme es bastante bueno, como siempre. Tiene una muy buena secuencia con “Sabotaje” de los Beastie Boys. No recuerdo si "Sledgehammer" interpretado por Rihanna se escuchó en alguna escena de la película o créditos, pero apareció como fondo en los trailers promocionales de la película. La fotografía es la típica de J. J. Abrams, muy luminosa con bengalas la Enterprise, al igual que el planeta muy iluminado.
Sin Límites se mantiene fiel a la esencia de Star Trek con sus transiciones entre naves espaciales y planetas hostiles y exóticos. Además de que explora el límite de nuestra imaginación con las muestras de tecnología inverosímil en todos los aspectos de la vida de sus personajes.