El siguiente texto puede incluir palabras explícitas, que a vista del mundo son crueles, sin embargo, reales y necesarias para entender lo que se quiere expresar con el debido respeto a Ingrid y todos los violentados.
Las preguntas van desde si era necesario desollarla, que el hijo presenciara acto tan violento, si ella tuvo la culpa por ser la primera en lastimar, si él por sus antecedentes de agresor a mujeres estaba “enfermo de la mente”, y todas las que pasan ahora por tu cabeza.
Sin embargo, lo que resulta más interesante, en lo personal, es la manera en que la furia sale de sí, es decir, todo el rencor u odio que pudo cargar no sólo por su historia con su esposa, sino de todo lo que acarrea de lo largo de su vida.
¿Cómo es que nos enseñaron a canalizar la frustración, miedo, enojo, angustia o euforia? Es como cuando llevas mucho tiempo si llorar, que llega el día que, hasta la canción más alegre o un gesto insignificante, hacen que rompas en llanto como si tuvieras agua de más en tus ojos, incontrolable.
¿Qué tanta desesperación debe tener una persona para que no le sea suficiente asesinar a otra, sino que, además, saca sus intestinos y los riega en bolsas por la calle?
¿Qué tan perdido está su corazón, que no le da miedo, asco, o tristeza destrozar a un ser humano?
Hay que ser fieles creyentes de que todo texto que leamos, brinde una pauta a la reflexión y a la acción, que leer artículos rojos con distintas creencias o puestas en escena sobre si ella tuvo la culpa o si hubiese sido diferente si ella lo matara, etc. Pero que nos haga pensar en cómo nos deshacemos de nuestros malos pensamientos.
Asimismo, nos haga evaluar cada mala circunstancia como una llamada de atención de las personas que nos rodean, y no tanto en pensar si un día seremos asesinadas, sino en ver quién necesita ser escuchado, ayuda profesional, o cariño.
Si bien es cierto, es difícil arrancar la educación antiquísima de ver a los individuos como seres impulsivos inconscientes de los actos atroces cometidos por deseos reprimidos.
Párrafos más, párrafos menos, que no buscan identificar o victimizar a la pareja, culpar a él de más, o sobrestimarla a ella; sin justificar la violencia, pero sí analizando el trasfondo, comprender que somos educados en condiciones totalmente distintos, y que aún con todos los buenos modales, dinero y todo lo material o espiritual que tengas a tu alrededor, cada uno es responsable de sus acciones.
Que no se culpe al destino, a Dios, a la familia o amigos por lo que hacemos; que sea un punto de referencia para tratar de comprender, aunque sea un poco lo circunstancial, pero no de excusa para no actuar. ¿Qué nos queda? ¿Seguir lamentando, o empezar a actuar?
Anda pues, sigue deslizando tu pulgar, hasta que encuentres un buen meme que haga que se te olviden las malas noticias.