La narco novela ha ganado popularidad en los últimos quince años y, consecuentemente, las casas editoriales que han divulgado este género narrativo ha reportado grandes ganancias. En cierta manera, tal popularidad se debe a la vigencia de los temas tratados y las estrategias comerciales implementadas. Indudablemente, los autores de narco novelas han amalgamado el contexto social, a través de los temas y sus personajes, con el lenguaje. Esto ha derivado en la construcción de cuadros costumbristas. Este género periférico o marginal ha sido criticado por su estrecha relación con la mercadotecnia y su marcado interés por retratar la vida de los capos o sicarios que pudiera interpretarse como una apología al crimen organizado.
En el presente trabajo, se planea reflexionar sobre la génesis de la narco novela, con el fin de entender qué es y hacia dónde va este género popularizado desde el 2000 con las obras de Élmer Mendoza y las crónicas referentes al tema.
Señala la doctora Carrillo Torea la existencia de un vínculo entre éste género y la novela policiaca y la novela negra (31), que se vislumbra en la estructura y los personajes desarrollados. El detective de la novela policiaca se enfoca en la resolución del caso mediante el razonamiento inductivo o deductivo. Nunca se inmiscuye físicamente en el caso, sino es quien está detrás de la indagación, mientras que sus subordinados son los que atrapan al criminal. En otras palabras, el detective coordina la investigación y resuelve racionalmente el crimen. Este género fue muy cultivado en Inglaterra.
La resolución del crimen no es el objetivo principal de la novela negra, sino la denuncia del deterioro ético y moral a través de sus personajes, quienes son completamente distintos a la novela policiaca. Los personajes de la novela negra se desenvuelven en un ambiente crítico y lúgubre caracterizado por la injusticia, la inseguridad y la corrupción de las autoridades políticas. Los personajes usan la jerga callejera con el fin de retratar el habla de las personas dentro de circuitos marginales donde la moral es casi nula. Esto es, se presentan personajes degradados y pertenecientes a grupos sociales inferiores. El detective suele ser una persona alcohólica, desempleada o drogadicta que funciona como un anti-héroe. Sin embargo, el criminal, el juez o la víctima suelen ser los narradores e incluso los protagonistas, mostrando así diferentes perspectivas del hecho delictivo. A diferencia de la novela policiaca, el detective en la novela negra es motivado por su propio honor personal, que muchas veces está oculto por sus características cínicas e irónicas. Ciertamente, las acciones presentadas son rápidas y con desenlaces violentos. Por ejemplo, una novela puede finalizar con el homicidio del investigador, de la víctima o la muerte del criminal.
La narco novela muestra una sociedad fracturada por la corrupción de las autoridades políticas y religiosas los excesos, la violencia, la inseguridad y el miedo surgidos como consecuencia de la injerencia del narcotráfico y sus actos delictivos. Generalmente, estas novelas se mueven en un mismo eje: el desgaste social y ético provocado por los carteles. Desde esta perspectiva, tanto la novela negra y del narcotráfico entran en sintonía.
Ambos géneros también coinciden en los personajes. Jorge Macías, protagonista de Un asesinato solitario, escrito por Élmer Mendoza y considerada como la primera que trata el narcotráfico (Carrillo Torea 34), es el anti-héroe de la obra, quien es contratado para asesinar a Luis Donaldo Colosio. La novela escrita como una confesión explica el procedimiento y la ejecución del candidato a la Presidencia de México para el sexenio 1994-2000.
También, hay una imitación de la comunicación empleada en los grupos marginados socialmente. Uno de los recursos empleados en la jerga o el slang. Élmer Mendoza, citado por la doctora Guadalupe Isabel Carrillo Torea en su artículo La novelística del “narco”, dibuja el habla cotidiana de uno de sus personajes:
“…Tratando de entender a la pinche vida eché un lente por el lugar, que Cifuentes y sus compañeros ya habían inspeccionado, el guarura más guapo del mundo y el destripador eran una sola masa roja, estaban encimados, bien chilo; ¿Es cierto que murió el jefe H? pregunté, Los hombres como el jefe H no mueren, pendejo, gritó Jiménez bien encabronado…” (35)
La investigadora señala que el uso de la jerga fortalece la condición social, incluso psicológica, de los personajes, mostrados como reflejos de un grupo marginado. Además, el lenguaje le da mayor naturalidad al ambiente construido en la novela. Sin embargo, en la narco novela, se han establecidos dos visiones novelísticas distintas, que se diferencian en el lenguaje y su estructura: una aboga por la imitación completa del mundo del hampa, posiblemente con el fin de buscar una mayor naturalidad y establecer un mayor vínculo autor-texto-sociedad; el otro desarrolla tema apegado a “técnicas tradicionales en la construcción espacial y temporal” (38). Podría decirse que la contraparte de las novelas de Élmer Mendoza es Arturo Pérez-Reverte con La Reina del Sur y Carlos Fuentes con La voluntad y la fortuna. Es decir, la primera corriente aboga por una comunicación realista y la segunda por una artificial.
Con estas reflexiones se ha podido observar con detalles los vínculos entre los tres géneros narrativos —policiaca o de detectives, negra y narco novela—, a partir de la descripción del ambiente, los personajes y el lenguaje. Sin embargo, se observa una mayor conexión entre la novela negra y la narco novela, posiblemente debido a la influencia de la literatura estadounidense. Además, tales novelas pueden ser escritas desde diferentes perspectivas, normalmente desde la visión del sicario o el capo de la droga, tal es el caso de Un asesino solitario y La Reina del Sur. Estas reflexiones son planteadas para entender la narco novela y la tradición literaria que está detrás de ella, eliminar prejuicios y proporcionarle el lugar justo en el universo literario.
Bibliografía
Carrillo Torea, Guadalupe Isabel. «La novelística del narco.» Arenas. Revista Sinaloense de Ciencias Sociales 27 (Primavera 2011): 27-40.
Fuentes, Carlos. La voluntad y la fortuna. México, D.F.: Alfaguara-, 2008.
Kierkegaard, Soren. El concepto de la angustia. Madrid: Alianza Editorial, 2007.
Mendoza, Élmer. Un asesino solitario. México, D.F.: Tusquets editores, 1999.
Pérez-Reverte, Arturo. La Reina del Sur. México, D.F.: Punto de Lectura, 2008.