La manifestación se extiende por las calles. Es esa efervescencia la que te hace seguir a un grupo que, al unísono, grita protestas. Ese gran coro, orquestado desde la espontaneidad, es parte fundamental de lo que nos transmite el sentido de las luchas sociales. Aunque la manifestación en sí es un hecho efímero, es decir, sucede de una manera y no se repite nunca más, ya que cada manifestación es distinta, en ese sentido el arte contemporáneo tiene mucho en común. Pero esa no es la razón de ser del arte para Samara Colina (1990).
Samara convierte lo efímero de la manifestación en piezas que rompen la barrera del tiempo y el espacio. Lo efímero lo hace inmortal, y la tridimensionalidad de las calles la entrelaza en planos de dos dimensiones. Logra que el peso de los gritos de las personas se refuerce en los brochazos que componen una obra. Es poderosa, guarda un gran sentido de identidad, y eso solo lo puede realizar alguien que es parte de la manifestación, no un espectador, como ocurre en el fotoperiodismo.
Samara Colina (1990) es una artista originaria de Guanajuato, capital. Es una mujer que ha definido su arte a través de sus experiencias. Forma parte de la colectiva feminista que ha movido socialmente a los gobiernos locales y estatales. Tal vez esa sea la poderosa magnitud de la obra de Samara: cuenta la historia desde las vivencias, desde ser parte de ellas. Este es el discurso de su obra, una obra vasta que abarca pintura (óleo y acrílico), intervenciones en espacios públicos con el fin de fomentar el feminismo y cuestionar las perspectivas de género.
Con ocho exposiciones individuales en todo el país, ha sido parte de exposiciones colectivas en México y Estados Unidos. Es una artista cuyo crecimiento profesional ha estado marcado por su convivencia en la academia, ya que es parte del posgrado SOMA. Es egresada de la Maestría MaPA de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y licenciada en Artes Plásticas por la UG.
Su más reciente gran éxito, que abre la puerta a muchos logros, es haber ganado el premio único de la Trienal de Tijuana (2024), organizado por el Centro Cultural Tijuana (CECUT). La pieza premiada habla sobre la performance de una de las tantas manifestaciones feministas que retratan la coreografía de “Un violador en tu camino”. Esta pieza, titulada «Pese a todo, la alegría del encuentro» (2023), es una obra de tamaño mediano que rompe entre lo figurativo y lo abstracto, con una técnica refinada en el uso de la pintura, con un poder supremo. Es simplemente bella.
Samara, una artista joven que goza de una perspectiva del arte que la lleva a tocar temas de gran relevancia en un país donde más que nunca se necesita el arte crítico, se presenta como un reflejo fiel de todo lo que estamos viviendo. En ese sentido, su obra conserva un estilo que remite a grandes mujeres artistas: desde el activismo de Mónica Meyer hasta la lucidez de las grandes manchas de pintura que crean una composición perfecta, como en el caso de Cecily Brown.
El tener mujeres como referentes también es un cuestionamiento político. Con Samara, cada pequeño detalle responde a un activismo que hace viva, real y contemporánea su obra. Seguramente, ese es uno de los principales motivos por los cuales la obra de Samara logra captar tu atención desde el primer vistazo.
Su portafolio, inundado de piezas que hablan desde muchos frentes, nos relata, por ejemplo, El origen (2024), que habla de la maternidad y el útero como pieza primordial de la existencia humana, sin olvidar Caverna, Cavidad y Carne (2024), que podría interpretarse como una vagina, el dar a luz, o la perspectiva de un espectador desde el espacio donde se habla.
En su haber destaca una intervención en espacios públicos de Guanajuato. La serie de obras se llama “Estas ruinas que vemos” (2022), en las cuales logra retratar a las compañeras de su colectiva en uno de los tantos mítines donde han tomado las calles para hablar de la muerte al macho, utilizando los monumentos como escenario perfecto para construir una nueva realidad.
En 2021, esos espacios de Guanajuato fueron renombrados por la colectiva con el fin de visibilizar la lucha y la violencia de un sistema que impide el desarrollo de las mujeres. Sin duda, el sistema no solo tiene que caer, sino que también debe eliminar los privilegios de facto que nos hacen diferentes sin ninguna razón aparente.