Dicen que el número del demonio
Es el 666
Pero no
Yo estoy seguro que es el 333
Tres y treinta y tres de la madrugada
El demonio llego a mí
Vestido de niña llorando
‘Mi nombre es Vanessa y quiero morirme’
Me dijo el muy pendejo
Yo me hice el cojudo
¿Por qué lloras Vanessa?
El no dejaba de llorar
‘Solo quiero que me abraces’, me rogó
Yo lo abrace, con temor
Sentí sus lágrimas de acido
Bajando por mi hombro derecho
Rogándome que no lo dejara solo
Tirado en la acera
Con el amanecer a cuestas
Sentí pena por él
Pero lo que más sentía
Eran ganas de abrirle las piernas
En medio de la pista
Al ver que no podía engañarme mas
Me mostro su verdadero rostro
Que no era el de otro demonio
Si no el de una niña, mucho menor aun
-Sé que me deseas- me dijo
-Si me quieres tener-
-Te cambio tu alma por un polvo-
Le dije que me gustaría tener diez mil almas
Y le diera absolutamente cada una de ellas
Para que lo hagamos diez mil veces
O más
Su risa burlona se oyó hasta la orilla del rio
Donde terminamos haciéndolo
Encima de la maleza
Mientras sus gemidos se mezclaban
Con gritos de ranas pariendo
Y cuando terminamos
Se despidió de mí
Con un beso y un “au revoir mon cher”
Me sentí vacío
Condenadamente triste
Y ahora sin un alma extra
Para intercambiarla
Por otro polvo con ese demonio
Llamado Vanessa.