VIII. Riot por Luz Atenas Méndez Mendoza

Nunca se había desencantado más de ella como en ese momento: la madre de Ashley y Landon estaba sentada frente a ellos, en silencio, mientras observaba su taza de té en la mesa ratona del centro; el vapor ascendía, tomándose su tiempo, tal y como su progenitora estaba ahora. Inmutable, pensaba en qué estaría pasando por su cabeza. Había hecho lo pedido, había logrado encontrar a su hermano y lo había llevado a la casa de su infancia, ¿qué más quería de ella? ¿Por qué no decía nada?

 

Desde que llegaron sólo habían establecido contacto con la servidumbre, pero ahora estaban los tres, encerrados en la estancia, con el sol colándose a través de las cortinas. Ashley respiró profundamente.

 

—Creo que no he sido la mejor anfitriona para ustedes…— comentó finalmente su madre, alzando la mirada, observando a Ashley y luego a Landon —Y creo que lo mejor hubiera sido que todo esto fuera de lo más normal del mundo, pero no lo es. Sin embargo, también es conveniente mencionar que ya tendremos un momento para hablar de todo lo necesario; por el momento hay que descansar, pensar las cosas, lo que vamos a decir— se levantó del asiento, indicando que Ashley y Landon debían hacer lo mismo.

 

Ellos siguieron el ademán, dejando la estancia sin hacer ruido alguno, cerrando la puerta tras de sí. Estaban heridos y tenían un extraño sentimiento de abandono; Ashley observó a Landon, quien se encaminó hacia la escalera principal y comenzó a subir. No lo veía como un hermano, pero tampoco como un extraño. Habían compartido poco, casi nada, durante el viaje: las indicaciones para moverse en la ciudad, las habitaciones que cada uno tomaría, algunos comentarios sobre la comida y, sin embargo, no coincidían en muchas cosas. Ante sus ojos, su hermano era un extraño, pero ahora veía a su madre mostrar un comportamiento más seco que el siempre había mostrado hacia ella. ¿Qué había pasado ahí? Pensaba que sólo podían hablar de memorias fragmentadas, pero ahora creía que las actitudes de cada uno tenían una razón en común, un punto fuente.

 

Subió los escalones apresuradamente, alcanzando a Landon, y volvió la mirada hacia él, adaptándose a su ritmo de avance. Intentaba, por cualquier medio, hablar con él desde que habían descendido del avión; las horas de vuelo las había pasado pensando en las diferentes posibilidades del viaje; Eric pensaba que era mejor si él se quedaba en un hotel, sin interrumpir el ambiente familiar, y tanto Ashley como Landon concordaron con ello. Ahora, sin haberse cumplido un día de su estancia, Ashley pensaba que lo único que podía regresarle la cordura en cuanto a las miles de cavilaciones originadas por la tensión era conversar con él, como en los viejos tiempos, cuando se quedaban horas y horas encerrados en la mansión, posponiendo los pendientes necesarios.

 

—¿Te parece si salimos un poco?— comentó Ashley en voz baja —Quiero salir de aquí.

—Princesa, pensé que éste era tu ambiente— Landon no detuvo sus pasos ni le dirigió la mirada —¿Por qué querrías irte?

—No sabes lo que es vivir aquí. Y ahora todo es tan extraño.

—Y que lo digas, puedo decir que es más extraño de lo normal— Landon se detuvo y fijó la mirada en Ashley —, aunque sí sé lo que es vivir aquí. Sólo que en otro tiempo…— Ashley se detuvo también y juntó sus manos, buscando distraerse y bajando la mirada un poco, enlazando los dedos de ambas manos; Landon comenzó a caminar hacia abajo —Pero ahora que lo dices, tengo ganas de beber algo y dudo que aquí pueda fumar.

 

Ashley sonrió y lo siguió escaleras abajo. La puerta de entrada estaba justo al frente y aparentemente nadie les podía decir que no pasaran por ahí, que no salieran, que no se olvidaran del asunto puesto que no hubo respuesta alguna ante sus tonos de voz, o sus paso hacia la salida; al final, era como si no estuvieran ahí, aunque parecía que nunca había sido así. Una vez afuera dispusieron de un automóvil de la casa y se dirigieron hacia un pub en Eli Place, un poco escondido pero bastante cómodo. Aunque parecía que no podían conseguir mesa y esto se debía a que había bastante gente, probablemente porque eran alrededor de las 9 de una noche de viernes.

 

Ashley tomó la mano de Landon y lo jaló, ante lo cual él reaccionó y salieron del lugar. Una vez afuera, Ashley respiraba profundamente mientras que Landon encendía un cigarrillo; la observaba con atención y ella se sentía juzgada. Sabía que no eran iguales, y que tal vez la vida de él había sido más dura que la de ella, pero no a qué grado; ignoraba su versión de la historia. No quería estar en un lugar lleno de gente, además de que había otros buenos pubs en la ciudad; admitía que ninguno como Ye Olde Mitre, pero todavía tenían tiempo. Aún así, pensaba en esperar afuera a que Landon se acabase su cigarro para decidir si se quedaban ahí o iban a otro lugar.

 

En ese momento sintió que le tocaban el hombro y se giró para corresponder a la mirada de Eric, quien sonreía mientras bajaba la mano, cumplida la misión de obtener la atención de Ashley. Landon le daba caladas al cigarro, soltando el humo lentamente.

 

—¿Qué hacían ahí? Ese lugar está lleno— preguntó Eric, observando solamente a Ashley, como si Landon no existiera.

—Queríamos una cerveza, hombre— contestó Landon.

—Bueno, yo también necesito beber algo, me comentaban de este pub pero no veo que podamos quedarnos aquí…— Eric soltó un gran suspiro y observó a  Landon —Hayy que buscar otro lugar. ¿En qué vinieron hasta aquí?

—En automóvil— respondió Landon; Ashley permanecía en silencio, observando a Eric.

—Bueno, creo que una cerveza no hará que te detengan. Y hablando de eso —Eric dirigió su mirada a Landon por primera vez esa noche—, ¿has manejado tú? ¿No te ha causado conflicto?

—Ashley nos trajo. Yo no soy tan bueno para eso.

—¡Ah!— exclamó Eric, sorpresivamente, clavando la mirada en la de Ashley —¿Ya sabes manejar, Coneja? Es una grata sorpresa.

—Sí, tuve que enseñarme a manejar, luego de…— Ashley se acomodó un mechón de cabello por detrás de la oreja, haciendo una pausa breve para tomar aire, desviando la mirada —Ya sabes, tenía que aprender— añadió finalmente, volviendo a ver los ojos de Eric.

 

En ese momento notaron que un grupo de jóvenes terminaban sus cervezas y pagaban, dejando libre una mesa justo a la entrada. Landon lanzó su cigarrillo al suelo con los dedos índice y medio.

 

—Parece ser que tenemos suerte— comentó Landon, acercándose a la mesa para no perder la oportunidad.

—Después de ti, querida— Eric hizo ademán de ceder el paso a Ashley y después se sentó a un lado de ella —¿Qué nos recomiendas?

—Creo que beberé una Guinness…— comentó Landon mientras se acomodaba en el asiento, atrayendo la atención de Ashley con tales palabras.

—Les recomiendo beber London Pride…— Ashley observó a ambos —Es una buena cerveza y creo que si viajaron tanto para beber una Guinness, no valdría la pena el viaje.

—¿Desde cuándo sabes de cervezas?— respondió Landon, mostrando confusión.

—Creo que desde que es originaria de aquí— contestó Eric.

—Pero yo también soy originario de aquí, además de que, no te ofendas, cariño— Landon volvió a ver a Ashley, quien lo observaba con atención —, creo que eres demasiado inocente como para saber de cervezas.

—Bueno, una cosa es haber nacido aquí y otra es todavía ejercer como tal. Apenas hará un tiempo que dejó de tener el acento marcado, pero me imagino que son cosas del oficio— Eric sonrió hacia Ashley, quien devolvió la sonrisa con gusto —. Todavía en Los Ángeles tenías ese acento…— Eric entrecerró los ojos —Parece que te ha venido bien el cambio.

—No podía usar ese acento. Un hombre pensó que era justo aumentar la mensualidad de un piso sólo por no ser americana…— Ashley suspiró —Por suerte sigo trabajando con Elia, así que no tuve que preocuparme tanto por eso al final de cuentas.

—Lo siento, cariño. Nunca quise causarte inconvenientes y lo sabes— respondió Eric.

—Creo que lo mejor será que vaya a pedir las cervezas a la barra. Me siento extraño entre ustedes dos— comentó Landon, poniéndose de pie y dejándolos solos.

 

No se sentía incómoda, pero sabía que no era lo mismo. Durante tanto tiempo había querido preguntarle “¿por qué?” al hombre que ahora estaba sentado junto a ella; había pasado noches enteras pensando en razones, en decisiones tomadas y en el olvido de las costumbres diarias adquiridas a su lado para, finalmente, ser ayudada por el tiempo. A él parecía no importarle, además de que le había llamado como antes, cuando se volvían locos el uno al otro, y eso ahora la confundía bastante. ¿Qué quería él? Había dicho que los acompañaba en calidad de científico, que su papel era certificar la consanguineidad, pero debía haber algo más… Ella sabía que Eric siempre tenía un as bajo la manga, algo típico de un habitante de Las Vegas y, aunque él no fuera propio de ahí, conocía algunos trucos bastante bien.

 

—Piensas en aquella noche, lo sé— la voz de Eric rompió el silencio sepulcral que los había rodeado por unos minutos —. Algunas veces yo también lo hago— Ashley clavó su mirada en la de él —, me sorprendo a mitad de la noche pensando si habrás comprado algún nuevo juguete y lo estarás usando en la oscuridad de tu habitación— Eric sonrió con agrado —, pero luego de eso sólo me sirvo un vodka y vuelvo a dormir.

—¿Un vodka?

—Así es como si te bebiera, ¿sabes?— comentó Eric, observando a Landon aproximarse con las cervezas —Recuerda que cuando te bebía podía enfocarme mejor en otras cosas, y como siempre trabajo hasta tarde…

—Listo— dijo Landon, poniendo una cerveza frente a cada uno.

—Al parecer sí tienes fuerza, a pesar de ser delgado— comentó Eric, tomando la cerveza con la mano derecha.

—Hombre, comencé de cero: llegué a cargar más botellas que éstas— Landon observó a Ashley mientras tomaba la cerveza para darle un trago —… no todos nacemos y crecemos en cuna de oro.

 

En cierto sentido le molestaban los comentarios de Landon: ¿qué culpa tenía ella de no haber estado ahí cuando él vivía con sus padres? Hasta hace algunos años creía que era hija única y, ahora, gracias a su ex pareja se había encontrado con su hermano mayor… Y no era algo que precisamente estuviera disfrutando. No lo veía como un enemigo, pero comenzaba a molestarle de sobremanera la simple presencia de él; estaba bien si no quería cooperar, pero pedía que al menos no la tratara así.

 

—Tal vez debería salir a fumar un cigarrillo— comentó Landon, producto de no haber causado una reacción con el comentario anterior.

—Tal vez deberías— dijo Eric, observando fijamente a Landon, quien salió del establecimiento durante un momento. Eric volvió la mirada hacia Ashley —. Y… nos hemos quedado solos, como antes. Tal vez vaya a reportarse con la ley…

—¿Qué quieres, Eric? ¿De qué ley hablas?

—Ah, ¿no te ha dicho? Pensé que eran muy cercanos…—Eric acercó sus labios a la oreja de Ashley, bajando el tono de su voz —Tiene novia. Muy linda, pero no es mi tipo. Ella sabe que él vino por el dinero, no sé si tengan planes ya.

 

Ashley volvió la mirada hacia la de Eric y, por un breve segundo, no le importó que estuvieran sus rostros a escasa distancia; observó por la ventana a sus espaldas y se encontró con Landon hablando por teléfono, sonriendo, recargado en la pared; era como si se hubiera vuelto otra persona, más que nada por la sonrisa, característica de un gran gusto.

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