“El tintalabio, toque de rímel, moldeador como una artista de cine,
Peluquería, crema hidratante, y maquillaje ¡Qué belleza al instante!
Abre la puerta que nos vamos pa´la calle ¿y a quién le importa lo que digan por ahí?
¡Antes muerta que sencilla!, ¡Ay que sencilla!, ¡Ay que sencilla! “
Era el año 2006, aproximadamente, recuerdo que yo estaba en la secundaria y andaba muy de moda el pasito duranguense. Mis amigas y yo nos poníamos a bailar en el patio de la secu las canciones de los Horóscopos de Durango. Me gustaban mucho esas morrillas cómo se veían acá bien buenotas con los jeans bien apretados y el escotazo poderoso que dejaba entre ver “su gran poder” (el buche). Yo las veía tan perras ellas, tan empoderadas, tan invencibles, tan buchonas, que me dije a mi misma: ¡Yo quiero ser como ellas!¡Yo quiero ser una buchona!
Conforme fui creciendo, los Horóscopos pasaron de moda, mis amigas y yo ahora escuchábamos a la Jenny Rivera, o al Komander acá en Sinaloa andaban pegando recio. Fuimos creciendo y nuestra anatomía también lo hizo. Cada día me parecía más a las morras de los Horóscopos de Durango o a la misma Jenny. Se me ensancharon las caderas un chingomadral, las nalgas, hasta eso tenía cintura y casi nada de panza, pero sólo tenía un problema: las “shishis”. No me crecían como a mis amigas, ni como mi madre, ni mi hermana, Dios se olvidó de darme bubis y eso frustraba mi deseo de convertirme en una viejona buchona de las chidas.
Empecé a tener novios y los desgraciados me pretendían, pero al momento de coger, se desilusionaban porque esperaban un poco más de “pechonalidad” de mi parte. Lo que no tenía de “bubis” lo tenía de trasero, y eso me daba mucha ventaja, y debo confesar que hasta eso me la rifaba en las artes amatorias y eso me seguía manteniendo en el juego de salir con uno, con otro, con el que se me antojara.
Conforme fui creciendo fui aprendiendo que sacaba más provecho de mí misma si me arreglaba más. Mi madre me decía que a los hombres les gusta ver siempre una mujer arregladita, femenina y sí, nunca anduve sin uñas postizas (entre más largas mejor), cabello negro y largo (con extensiones claro), pestaña postiza de volumen ruso cada 22 días, la ceja con microshading, maquillaje cargado, sexy, que se note sea de día o de noche, tacones altísimos, putivestidos entre más entallados mejor (con esos vestidos nunca te van a decir que no), perfumes finos, ropa de marca, y, por supuesto, una que otra cirugía (la rinoplastia, bichectomía y el cerrado de cintura, de cajón).
Gracias a eso, la calidad de los pretendientes fue mejorando. Ya no eran morrillos de la escuela, ni chavos pendejos que ni coger sabían, me empezaban a buscar chavos mas grandes. Primero ventieañeros, pero después me saqué la lotería con los treintones y uno que otro cuanrentón (sí, a mis 19 años). Esos viejones ya con baro, me compraban todo lo que yo quería, traían trokonas perronas de esas todo terreno, blindadas, acá con la música alterada a todo volumen y lo mejor, me pagaban mis cirugías y todos mis gastos de belleza, las fiestas, los Buchanan´s, etc. Para no hacerles el cuanto largo, en muy poco tiempo no nada más pude cumplir mi sueño de tener las bubis que dios no quiso darme, si no pude acceder a la sala VIP del “Sinaloa Shore” que toda plebita buchona puede desear. Generalmente esos cuarentones eran narquillos, de esos medianones, pero ganaban buen billete, y poco a poco fui escalando con capos cada vez más pesados. No me podía quejar. ¿A poco creen que sale barato andar arregladita?, jajaja noooo, la belleza cuesta y yo buchona, no la voy a pagar ¡Que la paguen ellos! ¿Quieren azul celeste? ¡pues, que les cueste!
Mi padre nunca estuvo de acuerdo con la forma en la cual me manejaba con mis “pretendientes”, a veces me decía puta y loca porque no le gustaban mis andadas, le preocupaba que fuera acabar muerta toda rellena de plomo por salir con narcos. Me decía egoísta, que no pensaba en su familia, que los ponía en riesgo también a ellos. Pero, todos los padres son así ¿no? Bien exagerados. El nunca entendió lo chingón que era ser una buchona y usar tu cuerpo como un amuleto para la buena suerte y la fortuna.
Tenía poder, seguridad, lujos, y dinero. ¿A cambio de qué? De ofrecerle compañía y un rato de placer a un tipo que iba a darme seguridad y dinero (que es igual a la felicidad). ¿Lo entienden? ¡Mi felicidad! ¿Qué de malo tiene, que una mujer sea ambiciosa y use su cuerpo para acceder a ese poder? ¿Es mala la ambición? ¿Qué me van a matar? Pues de algo nos vamos a morir ¿no?. Si me ha de llevar el diablo, pues que sea en un buen caballo, ¿no? Jaja.
Yo sé que no sólo mi papá me critica, hay muchas personas allá afuera (no nada más aquí en el norte), sino en todo el país, que nos satanizan, nos juzgan y nos ven mal (pinches doble moral, si bien que a los hombres les encantan las buchonas , se hacen pendejos). Las mismas mujeres, nos odian, nos llaman roba maridos, las amantes, Las socias, las capillas, las interesadas, mujeres peligrosas, por aventarnos a meternos sin miedo, a la boca del lobo llamado “narco”, y qué decir de la competencia con otras buchonas por tener el “pretendiente” más “pesado”. ¿Saben qué? ¡Ya basta! ¡Ya basta de vivir en un cuento de hadas! La vida no es color rosa, a mí no me asustan estas mamadas, esta es mi realidad, yo no tengo miedo. Tener lo nervios de acero es una de las exigencias que tuve a aprender a dominar para sobrevivir. ¿Que me mataron con plomo? Bueno. Pues de algo me tenía que morir ¿no? Lo que más disfruté de ser buchona, fue vivir una vida sin límites que valió la pena, vida, y hasta la muerte, “antes muerta que sencilla”. ¿A poco ustedes no lo harían?
-Esmeralda Lozano Murcia (1994-2020)
REFERENCIA:
“Antes muerta que sencilla” es una canción y sencillo interpretada por la cantante española María Isabel, compuesta por ella y José Muñiz. En el 2005 el grupo mexicano Los Horóscopos de Durango realizó una versión que llegó al número uno de México y Estados Unidos, alcanzando una gran popularidad, hasta hoy recordada.
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https://osyley.com/el-estilo-buchona-de-dania-mendez-en-acapulco-shore/